En un mundo en el que la desinformación y la polarización amenazan la democracia, es necesaria una nueva forma de que redefina la relación entre los medios y la . El periodismo cívico participativo parte de la propuesta de Jay Rosen, a la que se le puede integrar la teoría de la ‘agenda-setting’ o la del uso y gratificaciones del sociólogo Elihu Katz.

De este modo, no solo se busca informar sino también involucrar, empoderar y movilizar a la comunidad. Va más allá de la mera transmisión de noticias para crear un espacio de diálogo y acción en el que los ciudadanos no son únicamente consumidores pasivos de información, sino participantes activos en la construcción de su realidad social. De este modo, participan del proceso de ‘agenda-setting’, en una alianza estratégica con los medios de comunicación, que tienen un impacto significativo en lo que el público considera importante.

Este enfoque ofrece a los medios de comunicación una gran oportunidad para reconectar con su audiencia y recuperar el espacio perdido ante el avance de las redes sociales. Al centrarse en temas que importan a la comunidad y alentar la participación ciudadana, aumentan su relevancia y credibilidad.

También abre oportunidades comerciales como patrocinios o modelos de suscripción, que cada vez se posicionan más entre personas que buscan satisfacer diversas necesidades. ¿Cómo cuáles?

Para la ciudadanía, los beneficios son igualmente significativos. Brinda una plataforma que da voz a distintos actores de la sociedad y que permite que los problemas y las soluciones sean abordados colaborativamente. Así, se empodera a la comunidad para que tome un papel más activo en la construcción de su propio destino, se fomenta la participación ciudadana en política y se renuevan cuadros y líderes sociales, con el objetivo de salir de la crisis a la que parece que nos hemos acostumbrado.

El éxito de esta propuesta radica en una serie de estrategias bien orquestadas. Todo comienza con la escucha activa. Por medio de eventos comunitarios y redes sociales, se recopilan inquietudes y demandas que resuenen en la comunidad. Seguidamente, se agrupan los temas y se presentan en notas informativas y reportajes que atraigan a diferentes segmentos de la audiencia.

Para añadir profundidad y credibilidad, es necesario invitar a expertos y activistas a participar en paneles y foros que presenten soluciones viables a los problemas de la ciudadanía. Este enfoque colaborativo no solo mejora la calidad del contenido, sino que también fomenta un ambiente en el que las personas se sientan libres de expresar sus opiniones.

Finalmente, se utiliza el poder del periodismo para movilizar a la comunidad: ya sea para ejercer presión sobre las autoridades o para participar en iniciativas de cambio social. Desde el punto de vista periodístico, es clave mantener un alto estándar ético, verificando los hechos (‘fact-checking’) y garantizando la transparencia en la toma de decisiones editoriales (‘compliance’). Técnicamente, la propuesta requiere una fuerte presencia en línea, desde un sitio web interactivo hasta plataformas de redes sociales, así como un fino análisis de datos para medir el impacto y ajustar la estrategia en tiempo real.

Con el relanzamiento del programa de audiencias de El Comercio, este Diario ha dado un importante paso en este sentido. El periodismo cívico participativo no es solo una evolución del periodismo; es una revolución en cómo entendemos la relación entre los medios y la sociedad. En un momento en que la confianza en los medios y las instituciones se encuentra en declive, nos permite ver una luz al final del túnel, gracias al compromiso de una prensa más responsable y de una ciudadanía más empoderada.

Francisco Miró Quesada Westphalen es periodista y docente

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