¿La crisis tiene cara de mujer? Todo indica que sí. Nicole Mason, la presidenta del Institute for Women’s Policy Research llama a la crisis económica generada por el COVID-19 ‘shecession’ como una forma de evidenciar los efectos desproporcionados que tiene y tendrá en las mujeres. Ejemplo de ello es que, según Ipsos, el 54% de las mujeres encuestadas que contaban con trabajo antes de la emergencia lo ha perdido durante la cuarentena, en comparación con un 48% de los hombres.
Con esto no quiero decir que los efectos de la pandemia por el coronavirus no afectará a hombres. Esta crisis afecta a hombres y mujeres, pero puede afectar aún más a las mujeres si es que no abordamos medidas diferenciadas ya. Las medidas que se implementen en este momento van a definir la economía de la próxima década y, en las empresas, las decisiones que se tomen ahora van a modelar el futuro de los negocios.
¿Cuáles son los riesgos a los que se enfrentan las mujeres? Según un reporte que realizamos en Aequales al lado de Camila Ghezzi, de SAE de Apoyo Consultoría, los sectores más golpeados por esta crisis tienen una elevada participación de las mujeres en la fuerza laboral, como turismo, restaurantes, retail y comercio. Por ejemplo, 75% de la mano de obra en restaurantes y hoteles son mujeres. Adicionalmente, el reingreso de las mujeres al mercado laboral formal sería más lento que el de los hombres. Los sectores incluidos en la fase 1 son mayoritariamente masculinos, como la minería, construcción o la industria. Estimamos que solo el 8% de las mujeres podrían retornar a sus trabajos formales, en comparación con el 19% de hombres.
Quizás el reto más importante tiene que ver con lo que ocurre en nuestros hogares durante esta crisis. Previo a la emergencia sanitaria, las mujeres ya se dedicaban tres veces más que los hombres al trabajo doméstico no remunerado. Esta carga de trabajo ha aumentado: ante el cierre de las escuelas y nidos, el tiempo enfocado al aprendizaje de los hijos y la supervisión del hogar hace que las consecuencias de la crisis sean más perjudiciales especialmente para las mujeres. Esta carga afecta la posibilidad de ellas de competir en el mercado laboral.
Tanto los gobiernos como el sector privado deben ser conscientes de esta situación y enfocar sus intervenciones en garantizar la equidad de género durante la crisis. ¿Cómo lograrlo? Lo primero es, desde las empresas, revisar políticas de evaluación e indicadores de desempeño. No podemos evaluar a los equipos como si la crisis nunca hubiese ocurrido. Las empresas deben revisar sus resultados, sus indicadores y adaptarlos a la nueva realidad. Medir esos indicadores en función a resultados y no a tiempo, de lo contrario afectará más a las mujeres. Otra sugerencia muy urgente es repensar las medidas de flexibilidad laboral. Considerar las responsabilidades laborales y familiares de padres y madres debe ser un eje al momento de establecer horarios, al momento de poner en agenda reuniones y hacer llamadas.
Finalmente, establecer metas y recoger data desagregada por género. Este punto se puede llevar a cabo a través de herramientas estándar o participando en el Ránking PAR, herramienta de medición anual, gratuita y confidencial de las condiciones de equidad de género en Latinoamérica, que ahora incluye la nueva sección Gestión de Crisis COVID-19 donde las empresas tendrán recomendaciones para afrontar la crisis con enfoque de género (par.aequales.com).
Algo no menos importante que urge en este contexto es que quienes tienen equipos a su cargo fomenten un liderazgo más humano. Uno más empático y donde se reconozca la vulnerabilidad. Esta crisis nos afecta emocionalmente y en estos momentos la empatía es un valor clave. Escuchemos, hablemos desde un lugar donde reconozcamos cómo nos hace sentir lo que está pasando y lideremos desde el cuidado. Y, sobre todo, hagamos una división equitativa de las tareas en nuestros hogares.