Enrique Castellanos

La semana pasada, la Superintendencia de Banca y Seguros () intervino la (CSU), causando preocupación entre sus más de 900.000 ahorristas que, sin acceso a sus depósitos, temían lo peor. No obstante, al día siguiente se anunció que la asumiría tanto las colocaciones como los depósitos de la CSU. Todo indica que el rescate implementado por la SBS ha funcionado y que, en este caso, no habrá pérdidas financieras que lamentar. Sin embargo, este evento nos deja varias lecciones sobre nuestro sistema financiero.

La primera es que no todas las entidades financieras son iguales. En general, los bancos tienen accionistas con mayor respaldo financiero, un mayor requerimiento patrimonial y una gerencia más robusta que una financiera o caja. Por ello, cuando decidamos dónde colocar nuestro dinero, no solo debemos fijarnos en cuánto nos pagan en intereses, sino también en una variable ignorada por una gran mayoría: el riesgo.

Al respecto, la SBS obliga a todas las entidades que supervisa a tener dos clasificaciones de riesgo o rátings, realizadas de forma regular por empresas independientes y especializadas. Estos rátings, que son información pública, van desde A+ (lo mejor) hasta D (lo más débil), pasando por B y C. Por lo tanto, la próxima vez que deposite su dinero, además de la tasa de interés, pregunte cuál es la clasificación de riesgo de la entidad financiera. Mi recomendación a la SBS es que, así como obliga a publicar las tasas de interés efectivas, debería exigir a sus supervisados que muestren sus rátings en sus agencias, aplicaciones y sitios web.

Una segunda enseñanza es entender bien los alcances del Fondo de Seguro de Depósito (FSD). Este es una entidad privada creada por ley para salvaguardar nuestros depósitos ante eventos crediticios y actualmente cuenta con un capital superior a los S/7.000 millones. Sin embargo, el FSD no es una solución infalible; existe un límite de protección por persona (S/122.000) y podría ocurrir que el capital que maneja sea insuficiente si la entidad financiera intervenida es muy grande o si hay varias quiebras simultáneas.

En este sentido, el FSD debe ser entendido solo como un segundo paracaídas. Mi paracaídas principal siempre debe ser la solidez financiera de la institución. Por lo tanto, lo sensato es optar por dos paracaídas: escoger una buena entidad financiera y asegurarme de contar con el respaldo del FSD.

Por último, recuerde que la única regla absoluta en finanzas es siempre diversificar las inversiones. Esta es una lección importante para aquellos gurús que critican el sistema de AFP, en el que los fondos están diversificados, y que recomiendan “poner todos mis fondos en una caja porque así rinde más”.

La caída de una institución financiera es un evento normal en una economía de mercado. Al igual que en otros negocios, en la banca hay ganadores y perdedores; algunas entidades funcionan mejor que otras y las menos exitosas desaparecen. Durmamos tranquilos, pero siempre revisemos que todos llegaron a casa y que la puerta está con llave.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Enrique Castellanos es profesor de la Facultad de Economía en la Universidad del Pacífico