Anton Willems

En la zona noroccidental de Loreto se ubica el , un complejo de aguajales, bosques pantanosos y ecosistemas lacustres formados hace 9 mil años. Las particularidades geológicas de la zona, atravesada por grandes ríos y depresiones, han creado ecosistemas con característica únicas, responsables de acumular agua, regular el caudal de los tributarios del Amazonas y albergar una biodiversidad única en la región. Estos ecosistemas pantanosos no solo captan importantes volúmenes de agua, sino que, como se ha descubierto de manera reciente, también son un gran depósito de carbono.

Los humedales del Abanico del Pastaza almacenan en sus suelos más de 3 billones de toneladas de carbono, lo que equivale a 62 años de emisiones anules de dióxido de carbono por actividades humanas en el Perú. Es el complejo de turberas más extenso de la , un tipo de humedal que, debido a sus condiciones de inundación, acumulan una alta cantidad de carbono en materia orgánica. Si bien este tipo de humedales solo constituye alrededor del 3% de la superficie terrestre, se estima que sus reservas de carbono representan el 30% del total ubicadas bajo tierra. Al retirar carbono de la atmósfera y acumularlo en el suelo, las turberas cumplen un papel esencial para regular el clima global, por lo que su preservación es un componente importante en la lucha contra el Cambio Climático.

Las turberas del Pastaza son el segundo complejo de humedales ricos en carbono más grande de los trópicos, solo superado en tamaño por la Cuenca del Congo. Por ello, además de brindar servicios esenciales para asegurar la sostenibilidad de la Amazonía, su conservación adquiere particular relevancia en el marco de los compromisos globales de no sobrepasar los 2 grados centígrados de sobrecalentamiento. Mientras las actividades humanas han liberado carbono en la atmósfera durante los últimos 250 años, las turberas han captado carbono de la atmósfera por milenios para ponerlo bajo suelo. En tal sentido, el Perú tiene la oportunidad estratégica de conservar las turberas amazónicas y garantizar la continuidad de los invaluables servicios que brindan a la humanidad: regular el flujo hídrico de una parte significativa de la cuenca más extensa del planeta y prevenir el incremento de la temperatura global.

Si bien los ecosistemas del Abanico del Pastaza se encuentran en un relativo estado de conservación, están siendo crecientemente amenazados por la deforestación, la expansión de la frontera agrícola y el trazo de vías carrozables, entre otros fenómenos. La provincia del Datem del Marañón, cuya extensión abarca la mayor parte del complejo de humedales, perdió más del 1% de su superficie boscosa con relación a principios de los 2000, y la tendencia es ascendente. Como es intuitivo, el deterioro de ecosistemas ricos en carbono no solo anula su función de captación de gases de la atmósfera, sino que libera el carbono previamente acumulado, agravando la crisis climática global.

Por ello, la conservación de las turberas del Pastaza es de interés global, pero esta labor solo puede ser posible de la mano de alternativas sostenibles de desarrollo para la población que habita el territorio. Datem del Marañón es una de las provincias más pobres del país y con menores índices de desarrollo humano. Desde el 2017, Profonanpe, el fondo ambiental privado del Perú, con el soporte del Fondo Verde para el Clima de las Naciones Unidas, ha buscado contener la degradación de los bosques pantanosos enfocado en el ordenamiento del territorio y el fomento de bionegocios que permitan la extracción sostenible de los recursos del bosque.

En el marco del proyecto, las comunidades nativas han identificado oportunidades de negocios que permitan aprovechar los recursos forestales de manera sustentable. Para ello, Profonanpe ha buscado combinar los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas con tecnología verde para desarrollar productos de alta calidad y valor comercial. Entre las tecnologías implementadas se encuentran plantas de fabricación de hielo con energía solar para la conservación del pescado, técnicas de cosecha sostenible de frutos como el aguaje y el ungurahui, y técnicas de procesamiento más eficientes. A la fecha, los bionegocios han creado cerca de 300 puestos de trabajo en comunidades nativas, brindado una alternativa sostenible a la sobrepesca o a la tala de palmeras.

El Perú es uno de los países más afectados por el Cambio Climático. En la Amazonía, el impacto del incremento de la temperatura global ya está mostrando sus efectos disruptivos, lo cual afecta profundamente a ciudadanos en grave situación de vulnerabilidad. Proteger el Abanico del Pastaza es crítico para mitigar estos efectos, asegurar la salud de los sistemas amazónicos, y ser una oportunidad de desarrollo para aquellas poblaciones que durante miles de años habitaron y conservaron sus bosques. Proteger el Abanico del Pastaza es la inversión del país en el “Fondo de Estabilización Natural” que da sostenibilidad a nuestra y las próximas generaciones.

Anton Willems CEO de Profonanpe