Las protestas en Minnesota después del asesinato de George Floyd hicieron de ese estado “el hazmerreír de todo el mundo”, afirmó el presidente Trump en una llamada a los gobernadores estatales. Más tarde se comprometió a pasarles por alto a los que toleraran las protestas y a usar el ejército para “dominar” las calles.
Al ver a Trump, pensé en un presidente republicano anterior que convocó a las tropas federales durante disturbios raciales, pero con otro propósito y con un efecto muy diferente en la imagen mundial de Estados Unidos.
En 1957, el gobernador Orval Faubus de Arkansas prestó apoyo a las multitudes racistas que impidieron que nueve estudiantes negros asistieran a una escuela. Faubus usó la Guardia Nacional para impedir que los niños entraran. El presidente Dwight D. Eisenhower, que no había apoyado la decisión de la Corte Suprema que integraba las escuelas, inicialmente no tomó ninguna medida.
Pero luego el incidente se convirtió rápidamente en una importante noticia internacional. La Unión Soviética aprovechó el racismo flagrante en EE.UU.: “¡Las tropas avanzan contra los niños!”, decía un titular de un diario soviético.
En el contexto de la Guerra Fría los líderes estadounidenses tomaron en serio el efecto devastador que el racismo tuvo en la opinión internacional. Henry Cabot Lodge, embajador ante las Naciones Unidas en ese momento, le dijo a Eisenhower que podía ver claramente el daño que los disturbios en Arkansas estaban causándole a nuestras relaciones exteriores.
Cuando la violencia se intensificó, Eisenhower intervino. Envió a 1.000 soldados armados a Little Rock. Rodearon la escuela y acompañaron a los estudiantes negros al edificio. En un discurso televisado, Eisenhower dijo que había hecho esto para proteger el Estado de derecho, y también porque “sería difícil exagerar el daño que se está haciendo al prestigio y a la influencia, y de hecho a la seguridad, de nuestra nación y el mundo”. El discurso fue elogiado en gran parte de la prensa extranjera.
El despliegue de tropas de Eisenhower en una ciudad estadounidense en oposición a un gobernador puede haber parecido autoritario, pero fue un esfuerzo para hacer cumplir una orden judicial que protege los derechos individuales que un gobernador había desafiado. Aunque finalmente, es posible que la acción drástica de Eisenhower fue más efectiva para proteger la imagen de la nación que para la desegregación de las escuelas.
La protesta por los derechos civiles mantuvo la atención internacional sobre el racismo estadounidense durante la administración Kennedy. La violencia policial contra manifestantes pacíficos en Birmingham, Alabama, en 1963, ahora es recordada por su papel en la aprobación de la histórica Ley de Derechos Civiles de 1964. Pero la brutalidad también generó una crisis en nuestras relaciones internacionales, cuando los líderes de las recién independizadas naciones africanas evaluaron si debían romper relaciones con Estados Unidos. Aunque los esfuerzos para sofocar la oposición violenta a los derechos civiles fueron importantes, la respuesta más efectiva a las críticas fue, en última instancia, un cambio concreto, como las leyes de derechos civiles y el derecho al voto.
Esta semana, todo el mundo observó la impactante exhibición de tropas estadounidenses en las ciudades con el propósito de aplastar los derechos democráticos, en lugar de protegerlos. Mientras Eisenhower proclamó “así se restaurará la imagen de Estados Unidos [...] como una sola nación, indivisible, con libertad y justicia para todos”, la explicación del Sr. Trump fue: “Soy presidente de la ley y el orden”.
El ejemplo dado por el propio presidente es muy dañino. Cuando Trump tuiteó que los manifestantes de Minneapolis eran “matones” y que “cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo”, un escritor del “South China Morning Post” editorializó que “la disonancia cognitiva hace que la cabeza de vueltas”, ya que el presidente apoyó a los manifestantes prodemocracia en Hong Kong. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China comentó: “Todo el mundo ha visto cómo las cosas se desmoronan en Estados Unidos. Es mejor que los políticos estadounidenses tengan su propia casa en orden”.
Y en medio de las preocupaciones sobre la inminente ley de seguridad nacional china que criminalizará las protestas de Hong Kong, “China Daily” citó ampliamente a Trump instando a los gobernadores a usar la Guardia Nacional en “cantidades suficientes para que dominemos las calles”.
Al avivar las llamas de la intolerancia, es el presidente, y no los gobernadores, quien mina la posición de su país en el mundo.
–Glosado y editado–
© The New York Times