“Fuentes es uno de los máximos representantes de la sátira política”.
“Fuentes es uno de los máximos representantes de la sátira política”.
Víctor Arrambide

Un día como hoy, hace 200 años, nació , el polígrafo más importante del siglo XIX. Reconocido por su obra de derecho, medicina, política, estadística, literatura, historia, entre otras, pero también por su lenguaje, que era agresivo y burlón. Fuentes es uno de los máximos representantes de la sátira política, caricaturizando con sus palabras y dibujos a muchos personajes de nuestra historia. No en vano le llamaban ‘El Murciélago’, un apodo que –parece– le gustaba ya que existe una foto suya luciendo un disfraz del misterioso mamífero.

“Don Manongo”, como le decía Ricardo Palma, nació en Lima, el 2 de mayo de 1820, y murió en Barranco, en 1889. Políticamente conservador, criticaba los males sociales que propugnaba el liberalismo peruano, por eso fue muy duro con el gobierno de Ramón Castilla, sobre todo en el bienio 1855-1856, en las columnas de “El Murciélago” y “El Heraldo”. Le dedicó al presidente una satírica “Biografía”, donde representó al caudillo siendo asediado por unos murciélagos.

En 1858, con la “Estadística general de Lima”, inició una serie de importantes estudios sobre la capital del Perú, que testimonian los cambios que se daban en la ciudad por el llamado “progreso” de la era del guano. Luego publicó la “Guía histórico-descriptiva, administrativa, judicial y de domicilio de Lima”, la “Guía de domicilios de Lima” para el año de 1864. En París, publicó una segunda edición de su “Estadística” y la monumental “Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres”, en la reconocida casa editora de Firmin Didot, con una serie de grabados de impecable calidad sobre la ciudad que tanto amaba.

Su relación con la prensa se inició a los 18 años, con el “Busca-pique”. Luego “El Murciélago”, periódico satírico cuyo nombre le dio el apelativo por el que sería conocido y recordado en la actualidad. Pero su consagración llegó con “El Mercurio”, un diario que, en opinión de Raúl Porras Barrenechea, era “notable por su servicio informativo y por su amenidad a toda prueba, desde el editorial y la gacetilla reidora, hasta los comunicados”. Fue desde esas páginas que tuvo una confrontación política y económica con El Comercio, de quien era vecino en la Calle de la Rifa.

En el aspecto político, Fuentes hizo frente a la orientación liberal de El Comercio, sobre todo por la presencia del colombiano José María Samper y el chileno Rafael Vial. Como recordaba Samper sobre Fuentes: “en seis meses no cesó de lanzarme invectivas y chocarrerías, a las cuales solo contesté con el desprecio”. En 1863, el debate llegó a tal punto que apareció en las páginas de El Comercio una serie de cartas bajo título de “Un vampiro”. Especie de cuasi poema prosaico y estrambótico, en varias partes y diversos tonos, donde se lo acusaba a Fuentes de varios delitos. En respuesta, en “El Mercurio” se publicaron unas cartas dirigidas al director de El Comercio, donde iba a “soplarle... una historia de cuarenta y tres años con diferentes episodios, apoyando el texto con algunos documentos”. En estas cartas, Fuentes nos presenta una exquisita autobiografía, burlándose asimismo de los hechos más resaltantes de su propia vida.

Las cartas se reunieron en el libro “Biografía del Murciélago escrita por él mismo para proporcionar un momento de placer a su tocayo D. Manuel Amunátegui, propietario del acreditado periódico El Comercio”. Al mismo tiempo, el fotógrafo francés Eugene Manoury diseñó una tarjeta de visita donde se aprecia a Fuentes, representado como un murciélago, cogiendo con sus patas a un hombre –Samper o “Sampamplus”–, quien toma la mano de Rafael Vial o “Rafaelito”. Ese era Fuentes, uno de los personajes más exquisitos, cultos y a la vez divertidos de nuestra convulsionada historia republicana.