"No olvidemos, sobre todo en el mundo de la tecnología, que si algo no nos cuesta es porque nosotros, nuestra información, nuestros datos, son la moneda de cambio que tiene hoy más valor" (Foto: Arun Sankar / AFP).
"No olvidemos, sobre todo en el mundo de la tecnología, que si algo no nos cuesta es porque nosotros, nuestra información, nuestros datos, son la moneda de cambio que tiene hoy más valor" (Foto: Arun Sankar / AFP).
/ ARUN SANKAR
Bruno Ortiz Bisso

Se van a cumplir casi dos semanas de la caída estrepitosa de tres de los servicios de comunicación y redes sociales más importantes en la actualidad: Facebook, Instagram y WhatsApp. Por más de seis horas, no solo quienes buscaban ocio y entretenimiento se vieron afectados, sino, sobre todo, estudiantes y pequeñas y medianas empresas. La gran pregunta que nos debemos hacer es si hemos aprendido algo.

Lo que habría causado el problema fue un error en la actualización de las direcciones que permiten conectar al usuario con los servidores de Facebook. Es decir, como si en el gran mapa de conexiones mundiales en Internet se borraran todas las diferentes rutas que llevaban a Facebook. Pero lo más grave de esto es que muchos servicios, páginas y aplicaciones de terceros utilizaban (y siguen utilizando) los datos de identificación de Facebook para brindar acceso a sus usuarios. Por eso, al caer Facebook, muchos otros se vieron (nos vimos) perjudicados.

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El concepto más difundido sobre lo que es Internet señala que se trata de una red de redes interconectadas y descentralizadas. Sin embargo, debemos ser conscientes de que, en realidad, solo unas cuantas empresas aglomeran los contenidos y el tráfico de la red, y saber cómo podemos diversificarnos para no ser dependientes de alguna de ellas.

¿Utiliza WhatsApp para trabajar o para sus clases virtuales? Está muy bien, pero hay que tener listas y activas otras plataformas como Telegram o Signal, para usarlas como respaldo. ¿Usa la ‘fanpage’ de Facebook o el perfil de Instagram para promocionar o concretar ventas? Es perfecto, pero también considere tener espacio en otras redes sociales –como Twitter o hasta LinkedIn– para no quedarse con el día en cero. ¿Se cayeron todos los canales de comunicación vía apps? Recuerde que el teléfono siempre está ahí o, incluso, servicios que muchos no tienen entre sus prioridades, como el envío masivo de correos electrónicos o ‘mailing’, pueden ser la mejor alternativa y, sobre todo, dejarle claro a la otra persona que usted sigue en actividad. Pero lo mejor siempre será tener una web propia –pagando por sus propios servidores– para evitar cualquier dificultad.

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“Pero todo eso es más caro, ahorro plata solo haciendo negocios a través de una red social que es gratuita”, será la primera respuesta. Así es, pero eso deja nuestros contenidos y nuestra operación a merced de quien nos brinda el servicio. Sin contar que, muchas veces, no sabemos qué cosa se hace con nuestra información personal. Tampoco si es que los cambios en sus algoritmos buscan beneficiar o perjudicar a los usuarios. No olvidemos, sobre todo en el mundo de la tecnología, que si algo no nos cuesta es porque nosotros, nuestra información, nuestros datos, son la moneda de cambio que tiene hoy más valor.

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