Hace unas semanas conmemoramos los 197 años de la batalla de Ayacucho y, pese al tiempo transcurrido, cabe preguntarse ¿por qué es importante seguir hablando de una batalla? ¿Qué pasó hace casi 200 años en la pampa de Ayacucho? Ganamos, vencimos al ejército realista, arrinconamos a aquellos que durante siglos nos habían oprimido, de cierta manera fuimos libres. Aquel 9 de diciembre de 1824 se empezó a escribir una nueva historia: el Perú lograba al fin su independencia y así se sellaba, también, la de toda América. La palabra orgullo queda corta. 1824, año icónico, para no olvidar, tan solo imaginemos qué hacían nuestros antepasados antes de nuestra independencia.
Hay que recordar que en la Batalla de Ayacucho participaron hombres y mujeres de varios países de América, de varias etnias y clases sociales, quienes se sumaron al ejército patriota, era un crisol de voluntades por la libertad. Eran individuos de todas las sangres que soñaban con un Perú libre y, al fin, independiente. Ellos fueron los encargados, en ese momento, de escribir su propia historia y ese legado es parte de nuestro ADN como nación. Todo eso ocurrió en 1824 en las batallas de Junín y Ayacucho, y, a partir de ello, seguimos conquistando varias libertades como nación.
Es preciso aclarar que la independencia de nuestra nación no se selló en 1821 en Lima con la declaración de José de San Martín, sino tres años más tarde, en Ayacucho, que mucho tiempo después fue azotada por distintos males, uno de ellos el terrorismo, pero que durante décadas ha luchado con fuerza, coraje y esperanza para levantarse. Y, sin duda, lo está consiguiendo.
Escribir juntos una nueva historia resulta, entonces, no un ideal sino una forma de entender nuestro proceso como nación en construcción. La historia es cíclica y quiénes encabezan los cambios fundamentales son las generaciones que están disconformes con lo que les circunda. Nuestro país puede tener brechas, problemas, injusticias, pero también muchísimas oportunidades para volver a empezar y creer, y así recuperar la confianza perdida. Este año que culmina es un buen momento para reflexionar si nos gustaría ser protagonistas del Perú del 2024. El Bicentenario 2024 es una gran oportunidad para reconocernos, encontrarnos y tomar acción en medio de nuestra gran diversidad y nuestras diferencias.
He dialogado con muchas personas sobre el Bicentenario 2024 y la gran mayoría coincide en una idea: tenemos una gran oportunidad de aportar a la construcción de un mejor país; más justo, equitativo y solidario. La frase es simple, la tarea compleja. ¿Cómo hacerlo? En 1824, se libró una batalla que tuvo una gesta independentista detrás, hoy, la batalla es por la igualdad de oportunidades, el cierre de brechas sociales, el respeto a la diversidad y a la identidad, la integridad y la recuperación de nuestra memoria histórica.
Desde el Proyecto Especial Bicentenario no solo planteamos hacia el 2024 la construcción de obras emblemáticas tangibles y duraderas; sino, sobre todo, anhelamos reconocer la riqueza y variedad cultural de todos los pueblos del Perú, queremos reflexionar sobre los valores ciudadanos que deberíamos practicar. Y no son solo palabras. En la actualidad, miles de héroes y heroínas luchan por estas banderas y el Bicentenario 2024 les dará espacio, visibilidad y reconocimiento. El Bicentenario 2024 es un gran gatillador de acciones ciudadanas positivas en beneficio de nuestra nación.
Estamos en un contexto mundial muy particular. Pienso en las mujeres que lideran las ollas comunes y que lucharon en los momentos más álgidos de la pandemia para alimentar a su comunidad, pienso en las enfermeras y en todo el personal de salud que salvaron a miles de personas durante la pandemia y que en el camino ofrendaron su vida. Pienso en los bomberos, policías, serenos, en los escuadrones de ayuda, en los voluntarios y voluntarias, en todos los peruanos y peruanas que, a pesar de la crisis sanitaria y económica, aún continúan luchando por la construcción de un país mejor.
A pesar de sus brechas históricas, el Perú es un país vivo gracias a millones de personas que se sobreponen, y que miran hacia adelante con optimismo y esperanza. Aquellos son los protagonistas del Bicentenario 2024 y con ellos, unidos en nuestras diferencias, escribiremos una nueva historia.
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