Camila   Zapata

Hace algunas semanas llegó a la oficina del presidente de la Federación Peruana de Fútbol () una carta. La firmaban todas las jugadoras de la convocadas a la última fecha FIFA para enfrentar a Uruguay en dos partidos amistosos, excepto las futbolistas que radican en Estados Unidos, que decidieron no participar del documento pese a haber sido muy críticas en sus redes sociales recientemente.

A través de la mencionada carta, una serie de requerimientos se exponían con marcada lucidez exigiendo que se lleve a cabo un proyecto serio que incluya un nuevo comando técnico, personal capacitado con experiencia documentada a cargo del área de fútbol femenino, el cumplimiento de todas las fechas FIFA, así como la mejora de viáticos y salarios, como se tenía acordado algún tiempo atrás y que la FPF no cumplió. Además, se proponía empezar a ejecutar un plan para las selecciones Sub 17 y Sub 20 femeninas.

La carta planteaba sin titubeos no participar de la convocatoria y partidos ante Uruguay del 7 y 10 de abril hasta que se cumplieran los requisitos. Con lo que se empezaba a consolidar una protesta desde las jugadoras frente a una crisis generalizada internamente que se agravó con los últimos hechos ocurridos en febrero pasado cuando la Federación Peruana de Fútbol no organizó partidos amistosos para la selección peruana femenina, convirtiéndola en el único equipo de la región Conmebol sin actividad en febrero.

Cuando el presidente Agustín Lozano recibió la carta, no tardó en invitar a las jugadoras a conversar en su oficina. Las trató de forma paternal y les aseguró que haber redactado los requerimientos en papel había sido innecesario porque las puertas de su despacho siempre estaban abiertas al diálogo para ellas. También les dijo que en pocos días volverían a reunirse para definir los últimos acuerdos y poder recibir lo solicitado. Pero el asunto, hasta el momento, no llegó a mayores. Salvo algunos acuerdos económicos específicos para el viaje.

El documento con los requisitos iba a ser difundido en los medios. Pero las jugadoras decidieron confiar en el presidente y acordaron viajar a Uruguay, donde pusieron el pecho con la franja ante dos críticas derrotas por 6-1 y 3-0. Sin nuevo comando técnico ni mejoras económicas significativas pensadas a futuro y, mucho menos, algún proyecto a la vista.

El fútbol femenino peruano parece ir en caída libre. La última luz de un compromiso de lucha activa fue cuando las jugadoras se organizaron en una protesta llamada Queremos Ser Vistas, que concluyó en la televisación de la Liga Femenina que perdura hasta estos días. Hoy, el enojo y la injusticia se manejan por dentro.

Mientras tanto, Agustín Lozano ha compartido en sus redes sociales, con una felicidad desmedida, que estuvo presente en la Finalissima Femenina, el partido entre las selecciones de Inglaterra y Brasil en el estadio de Wembley que ganaron las inglesas. En las gradas de aquel día histórico para el fútbol femenino mundial estuvo el presidente de la FPF. Hay presupuesto y tiempo para aquello, pero aún no sabemos para cuándo se pondrá en valor lo nuestro.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Camila Zapata es periodista

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