Tradicionalmente, la ha sido entendida como un problema asociado a la falta de ingresos o dinero, basándose en las estadísticas de consumo (como el acceso a la canasta básica) para determinar la calidad de vida y el bienestar de un hogar.

Sin embargo, en décadas recientes, cada vez más países están optando por medidas complementarias para la medición de la pobreza monetaria. Países de la región, organizaciones como el Banco Mundial y la Cepal, entre otros, la están complementando con la medida de la .

Una medición multidimensional mide la pobreza en función de carencias en diversas áreas de la vida de un hogar. Así, considera educación, salud, acceso a servicios básicos, entre otros, que permiten tener una comprensión más amplia del bienestar de las personas en un hogar, más allá de los ingresos. Medidas como la de la pobreza multidimensional revelan no solo quiénes se encuentran en situación de pobreza, sino también bajo qué condiciones se encuentran en esta situación.

Así, la medida de pobreza multidimensional permite cambiar el foco desde dónde se evalúa y entiende la pobreza. Frente al aumento de los índices de pobreza monetaria en el país, cercanos a alcanzar el nivel de la pandemia y del año 2011, es claro que las estrategias tradicionales para su reducción no son suficientes. En el 2023, en el área urbana, el fue de 26,4%, más de dos puntos porcentuales por encima del año anterior, mientras que en zonas rurales fue de 39,8%. Es necesario cambiar el enfoque y la forma de entender la pobreza, para poder atenderla de manera multidimensional y multiactor.

Si miramos la pobreza de forma más amplia, y comprendemos que depende de más que los ingresos o el trabajo, podremos avanzar sobre las reformas necesarias para combatirla, de manera conjunta, con esfuerzos intersectoriales y multiactor, que ataquen las causas y consecuencias, también multidimensionales. Es clave entender que, si la pobreza monetaria tiene que ver con el trabajo, los ingresos y las políticas de impulso del empleo, la pobreza multidimensional tiene que ver con lo que se puede hacer desde el Estado y otros sectores para garantizar que las políticas públicas atiendan temas como, por ejemplo, el acceso pleno a servicios básicos.

Para poder diseñar una medición verdaderamente efectiva, es clave definir primero cuál es el objetivo que se quiere alcanzar a través de esta. Idealmente, una medición de pobreza multidimensional será un insumo para orientar el diseño de políticas públicas, así como acciones desde otros sectores, y guiar la toma de decisiones hacia la búsqueda de soluciones a corto, mediano y largo plazo.

En ese sentido, es fundamental que los arreglos institucionales entre las organizaciones encargadas de las mediciones y reformas estén debidamente planteados y exista una planificación para darles sostenibilidad. Esto va a garantizar que la medida sea sostenible en el tiempo, transparente y gestionable. En la arquitectura que se forme para el sostenimiento de la medición de la pobreza multidimensional, será importante contar con actores desde diversos niveles del Estado, así como multisectoriales, reconociendo la oportunidad de colaborar con el sector privado para alcanzar los objetivos trazados.

El sector privado ha mostrado interés en la medida de la pobreza multidimensional para evaluar los avances del país. Por ejemplo, desde el 2019, la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (Cómex) estima la pobreza multidimensional reconociendo que, si bien la pobreza monetaria es relevante, se requiere contar con una visión más integral que considere la calidad de vida de las personas. Por su parte, la Financiera Confianza de la utiliza un índice de pobreza multidimensional que sirve para evaluar el progreso de sus clientes de microfinanzas.

Por otro lado, ya desde el Estado hay iniciativas y trabajo que se viene haciendo a lo largo de los años para contar con una medición unificada de la pobreza multidimensional. Es fundamental apoyar estos esfuerzos, desde los espacios especializados y la academia, así como recoger buenas prácticas y experiencias de la región, como el caso de Colombia, para poder terminar de concretar esta importante medida complementaria.

Erradicar la pobreza requiere mirarla desde todos los ángulos posibles para comprender cuáles son las mejores rutas de acción que puedan atender las necesidades de todas las personas, cerrando brechas y reduciendo desigualdades, hacia un Perú donde todos y todas puedan vivir una vida digna.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Bettina Woll es representante residente del PNUD Perú

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