Las muertes en la celebración de Halloween fueron la segunda tragedia masiva que se produjo en esta generación. En abril del 2014, los surcoreanos vieron con horror cómo los noticieros transmitían en vivo las imágenes de un enorme ferry hundiéndose en el mar. A bordo viajaban más de 300 estudiantes de secundaria en un viaje escolar a la isla de Jeju, el centro turístico más popular de Corea del Sur. Los primeros informes decían que todos los estudiantes habían sido rescatados, pero pronto se supo que, de hecho, seguían en el barco y que el capitán y la tripulación habían escapado en botes salvavidas después de haberles dicho a los estudiantes y a los demás pasajeros que no se movieran. Siete horas más tarde, la presidenta Park Geun-hye apareció por fin, preguntando “¿Por qué es tan difícil encontrar o rescatar a los estudiantes si llevan chalecos salvavidas?”.
En dos años, el índice de aprobación de Park era del 5%, el más bajo de cualquier presidente en la historia moderna de Corea del Sur. Más de un millón de coreanos salieron a la calle, exigiendo su dimisión. Incluida yo.
El 29 de octubre del 2022, otra tragedia consumió a la nación cuando 156 personas murieron aplastadas en una reunión por Halloween en Itaewon, el barrio más animado de Seúl. Las imágenes de las noticias mostraban cuerpos esparcidos por la acera, con gente haciendo reanimación cardiopulmonar mientras la música de las discotecas sonaba en el aire. La mayoría de las víctimas tenía unos 20 años, la edad que habrían tenido los adolescentes del ferry de la isla de Jeju.
Mientras cientos de víctimas eran trasladadas a los hospitales y a un gimnasio cercano convertido en depósito de cadáveres, una vez más se llamó a los padres para que los atendieran o identificaran los cuerpos. Desde la catástrofe del transbordador, múltiples padres y familiares de las víctimas se han suicidado.
Tras el hundimiento del ferry en el 2014, la presidenta Park acabó siendo condenada por abuso de poder, coacción y otros cargos penales. Uno de los fiscales fue Yoon Suk-yeol, que saltó al estrellato político a raíz de ello y ahora dirige la nación. En respuesta a la tragedia de Halloween, declaró un período de luto nacional, durante el que se arriaron las banderas y se instalaron altares públicos en todo el país. Ya se acusa al gobierno de Yoon tanto de ineptitud como de jugar a la política. Llámenlo control de multitudes tardío o simple complacencia, pero Yoon seguramente no ha olvidado la tragedia que llevó a la caída de Park, y tampoco la generación de padres que se queda una vez más con una herida que nunca sanará.
–Glosado, editado y traducido–
© The New York Times