"El simbolismo tiene el poder de llevar a la gente a la acción". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"El simbolismo tiene el poder de llevar a la gente a la acción". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Narges Bajoghli

El asesinato del mayor general Qasem Soleimani de Irán por orden de Estados Unidos fue una escalada sin precedentes en el enfrentamiento de 40 años entre los dos países. El general Soleimani era el poderoso jefe de las Fuerzas de Operaciones Especiales del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, la Fuerza Quds, y podemos esperar represalias en toda la región. Pero el asesinato en sí no debilitará a los guardias revolucionarios ni el papel de Irán en la región.

La idea de que el general Soleimani era todopoderoso y que la Fuerza Quds ahora se retirará, o que los lazos de Irán con los grupos armados chiitas en Iraq y Líbano como Hezbolá sufrirán, delata una comprensión superficial y francamente ideológica de Irán y la Guardia Revolucionaria.

Considere cómo se han producido asesinatos similares. El asesinato en el 2008 de un importante líder de Hezbolá, Imad Mugniyah, no debilitó al grupo; de hecho, sucedió lo contrario. Del mismo modo, años de asesinatos selectivos contra Hamas en Gaza no han desmantelado esa organización. La Guardia Revolucionaria y la República Islámica son más grandes y poderosos que cualquiera de esos grupos.

Para comprender la estructura de la Guardia Revolucionaria, es importante comprender la guerra entre Irán e Iraq (1980-1988). Fue en los campos de batalla de este conflicto, la guerra convencional más larga del siglo XX, donde los guardias formaron su cultura y liderazgo de guerra. Enfrentados con un ejército iraquí que fue fuertemente abastecido por Estados Unidos y Occidente, los guardias aprendieron a luchar asimétricamente, una estrategia que desde entonces han perfeccionado. Eso significa, sobre todo, delegar la toma de decisiones a grupos pequeños, a menudo ad hoc, que operan de forma semiindependiente contra fuerzas mucho más grandes.

En mis diez años de investigación en Irán con los guardias revolucionarios, una de mis observaciones clave fue que donde sea que operen, en Irán o en campos de batalla extranjeros, funcionan con el mismo liderazgo ad hoc: las decisiones y acciones no solo provienen de un hombre o incluso un pequeño grupo de hombres; muchos dentro de la organización tienen experiencia en construir relaciones, crear estrategias y tomar decisiones.

Esto contrasta con la imagen pública del general Soleimani, tanto en el país como en el extranjero, que, desde el 2013, ha sido respaldada por una gran campaña de medios. Seguí a algunos de su equipo de medios durante mi investigación y vi cómo producían películas, documentales e incluso videos musicales, tanto en persa como en árabe, que elogiaban sus hazañas contra el Estado Islámico. Dentro de Irán, solía aparecer en las encuestas entre las figuras más populares del régimen. El hecho de que la mayoría de sus actividades tuvieron lugar fuera de Irán ayudó a preservar su reputación en la política, a menudo frenética, de la República Islámica.

Asimismo, es difícil exagerar el poder simbólico del general Soleimani en la región, particularmente entre los grupos chiitas árabes en Iraq y Líbano. Era la cara del poder iraní desde el Líbano hasta Yemen, una cara que traía dinero, armas y asesores. Sin embargo, no fue la única persona en la Guardia Revolucionaria que construyó tales relaciones personales, como los medios de comunicación occidentales tienden a representar. Para nada.

Gracias a la estructura ad hoc de los guardias, la relación entre los guardias revolucionarios y los grupos armados chiitas iraquíes y libaneses es larga y profunda. Durante mi tiempo en Líbano e Irán, conocí a militantes extranjeros que pasaron largos períodos en Irán, tanto por trabajo como por placer. Hablaban persa con fluidez y entendían completamente el espíritu de la Guardia Revolucionaria. Los lazos que unen a muchos de estos grupos incluyen generaciones de matrimonio, comercio, historia y cultura. El general Soleimani, tan importante como era, no era singular.

Irán y sus poblaciones tienen miles de años de historia en la región. Eso no se “desarraiga” con asesinatos y ataques con misiles. Estas relaciones, entre los cuadros de la Guardia Revolucionaria y entre los guardias y sus aliados en el extranjero, son profundas y no dependen de una sola figura. De hecho, Irán ya nombró al accesitario del general Soleimani, Ismail Qaani, como su sucesor.

Dada la intensa lucha política dentro de Irán luego de la represión del Estado contra los manifestantes en noviembre, el asesinato del general Soleimani es una oportunidad conveniente para unificar el país. La República Islámica sabe cómo crear consensos frente a un enemigo externo: lo hizo durante la guerra Irán-Iraq, en la lucha contra el Estado Islámico y contra las sanciones estadounidenses.

De esta manera, la influencia del general Soleimani sobrevivirá a él; de hecho, puede haber crecido significativamente de repente. Estados Unidos acaba de matar a una figura muy popular dentro de poderosos círculos armados en toda la región. Y no fue el único líder con experiencia estratégica y de batalla que deseaba ver a Estados Unidos abandonar la región. Este fue un asesinato altamente simbólico. El problema para Estados Unidos es que el simbolismo tiene el poder de llevar a la gente a la acción.

–Editado–

© The New York Times

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