Un grupo de personas espera afuera de un banco para cobrar el bono universal familiar otorgado por el Gobierno debido a la pandemia del COVID-19, el pasado 29 de mayo. (Foto: GEC).
Un grupo de personas espera afuera de un banco para cobrar el bono universal familiar otorgado por el Gobierno debido a la pandemia del COVID-19, el pasado 29 de mayo. (Foto: GEC).
/ CESAR CAMPOS
Gianfranco Ferrari

La cuarentena ha puesto más que nunca en evidencia las profundas desigualdades que existen en el Perú. La salud de los peruanos más excluidos se encuentra en mayor riesgo al sufrir de más enfermedades preexistentes, al verse forzados a salir a trabajar a la calle, a comprar en atiborrados mercados y al vivir en localidades con menor acceso a servicios médicos. En las últimas semanas, en los bancos hemos sido testigos de primera línea de una manifestación más de esta profunda injusticia: dentro del enorme esfuerzo desplegado por el Gobierno y las instituciones financieras para que los peruanos accedan al bono Yo Me Quedo en Casa, miles se han visto forzados a salir de sus hogares y hacer largas colas en agencias para retirar el bono en efectivo, por la simple pero absurda razón de que no contaban con una cuenta bancaria.

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