Rafael  López Aliaga

Sorprende la ligereza con la que algunos periodistas califican de irresponsable la exitosa emisión de bonos municipales por S/1.205 millones a 20 años realizada por la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), destinada a cubrir la brecha de infraestructura que padece nuestra capital. Esta emisión ha recibido clasificación de riesgo AA de dos entidades internacionales, lo que equivale a una nota de 18 en una escala de 0 a 20. La clasificación de riesgo AA es un premio al excelente trabajo realizado por la corporación municipal durante el año pasado, que logró revertir una posición de caja negativa (que superaba los S/300 millones) para poder proyectar en este 2024 una posición de caja positiva, superior a los S/700 millones. Esta clasificación AA significa que no existe ningún riesgo de incumplimiento de repago de principal e intereses, y que existe un amplio margen de liquidez para cubrir la totalidad del repago del programa de emisiones de bonos municipales, que asciende a la suma de S/4.000 millones, destinados a cubrir la brecha de infraestructura mencionada.

La realidad es que estos periodistas, que ahora critican la estrategia financiera de la MML, se callaron y fueron cómplices del despilfarro de fondos recaudados anteriormente por la MML, que se destinaron a pagar planillas infladas e innecesarias, inclusive, a empleados fantasmas. También el despilfarro de la recaudación municipal se consumó mediante la contratación de consultorías innecesarias, centrales de medios para “cuidar la imagen” del alcalde, pago de alquileres innecesarios, entre otras modalidades, que dejaron a la MML sin capacidad de inversión en infraestructura. La emisión de bonos municipales constituye, más bien, un candado para que este despilfarro no vuelva a ocurrir y que la recaudación municipal se destine a mejorar la calidad de vida de los vecinos de Lima, priorizando las inversiones en favor de los más vulnerables y abandonados por varias corruptas gestiones municipales.

Mi participación en la política y, específicamente, como alcalde de Lima, está destinada, principalmente, a desterrar la corrupción (empezando por Odebrecht, OAS y sus cómplices) en la gestión pública, combatir la desnutrición, la anemia, la falta de agua, la inseguridad ciudadana, la falta de educación de calidad y acceso a la salud, la falta de infraestructura, entre otros, que aquejan a los más vulnerables.

Toda mi vida he asumido retos de gran magnitud. He empezado mi labor profesional y empresarial desde abajo. Más de 40 años de experiencia en banca nacional e internacional respaldan mi trabajo, que ahora está destinado a servir por amor; a darle alegría, bienestar, seguridad y desarrollo a casi 13 millones de hermanos que han sido traicionados por una clase política corrupta o incapaz, o ambas. Mi actual gestión es el mayor reto de mi vida y lo asumo con responsabilidad. Sé que mi trabajo y sacrificio no serán en vano.

Rafael López Aliaga es Alcalde de Lima