Rumores de transfuguismo, por Paolo Sosa Villagarcia
Rumores de transfuguismo, por Paolo Sosa Villagarcia
Paolo Sosa Villagarcia

En las últimas semanas se ha hecho común leer en la prensa sobre “diferencias”, “discrepancias” y hasta “pugnas” internas en las tres bancadas parlamentarias más importantes de esta legislatura. Estos conflictos están relacionados con posturas divergentes en temas como la designación del defensor del Pueblo, por el choque de liderazgos internos y, en algunos casos, por la conformación de comisiones o nombramientos de asesores. 

Este escenario llama la atención y advierte sobre los posibles casos de transfuguismo que podrían darse en los próximos meses. Esta no es una situación anómala. Como señala el politólogo Jorge Valladares, la renovación del Parlamento peruano trasciende el acto electoral, puesto que este se transforma constantemente durante el propio período legislativo, “con la progresiva atomización de los partidos o coaliciones y la simultánea simbiosis entre sus fracciones”. 

¿Qué es el transfuguismo? Es lo que sucede cuando un congresista electo por el partido A se cambia a la bancada del partido B o crea, junto con otros tránsfugas, una bancada C. Pero para que haya transfuguismo tienen que existir incentivos. Por lo general, los tránsfugas cambian de bancada movidos por intereses particulares antes que por el respeto a grandes agendas programáticas o ideológicas. Esto lo sabía muy bien el régimen fujimorista y lo aprovechó para construir su mayoría a costa del erario público. 

En ese caso el incentivo era eminentemente monetario, sin embargo no son los únicos motivos. En otros casos prima la aspiración a continuar la vida política, con lo cual los congresistas se acercan a las bancadas cuyos partidos o –más propiamente– sus candidatos tienen importantes chances de ganar las siguientes elecciones. Otro tipo de incentivos son incluso más concretos: hacerse con la presidencia de una comisión o tener a posibilidad de posicionar sus intereses particulares de forma más eficiente en la agenda parlamentaria. 

¿Estos incentivos están presentes hoy? Es difícil saberlo a ciencia cierta, pero podemos esbozar algunos escenarios. Para empezar, las lealtades partidarias en la mayor parte de bancadas son débiles por diversos motivos (como la cantidad de invitados independientes, las pugnas entre “provincianos” y “limeños”, o la existencia de facciones disputando posiciones y recursos). Sin embargo, parece que los congresistas de las principales bancadas todavía tienen incentivos para mantenerse unidos. En términos generales, dos circunstancias pueden ayudar a esta situación: las investigaciones al gobierno saliente y las elecciones subnacionales del 2018.

Adicionalmente, en el caso de Fuerza Popular, conservar la mayoría parlamentaria les abre a sus miembros una serie de oportunidades y prerrogativas que ninguna otra bancada podría ofrecerles, mientras que el Frente Amplio parece valorar la oportunidad de posicionar y canalizar demandas que puedan fortalecer sus bases electorales. En el oficialismo el panorama es más complejo por los dimes y diretes, sin embargo, una ruptura de la bancada podría ser poco probable en tanto esta situación posiblemente supondría la atomización de quienes opten por ese camino. La oposición ya es mayoría y no los necesita para mantener ese estatus. 

El recordado Henry Pease, uno de los más preocupados por el tema, sostenía que el transfuguismo era un enemigo fatal de la democracia, puesto que corroía los cimientos de la representación al torcer la voluntad popular. Así, Pease promovía la vacancia automática para los tránsfugas bajo la premisa de que “si rompes el vínculo con el partido que te llevó, también estás rompiendo tu elección”. Paradójicamente, las voces que enarbolan este discurso en la actualidad vienen del fujimorismo, preocupadas por la posibilidad de perder su mayoría. Esperemos que sean consecuentes con esta posición incluso si, eventualmente, los rumores de transfuguismo apuntaran hacia un destino naranja.