"Desde pequeña tenía el anhelo de ser médico y poder ayudar a la población que más lo necesita y enseñarles el amor de Dios".
"Desde pequeña tenía el anhelo de ser médico y poder ayudar a la población que más lo necesita y enseñarles el amor de Dios".
Janet Picoy Salgado

Desde pequeña tenía el anhelo de ser médico y poder ayudar a la población que más lo necesita y enseñarles el amor de Dios.

Yo trabajo en el C.S. M.I Villa los Reyes, como médico jefe y asistencial, nuestro centro materno infantil pertenece a la Diresa Callao, y brinda atención a pacientes afectados por el y otras patologías. Desde que inicio la pandemia, a pesar de las dificultades que hubo desde un inicio, con protocolos de tratamiento no definidos, la escasez de materiales de protección y la escasez de personal de la salud, mi equipo ha dado lo mejor, atendiendo, hasta la fecha, a aproximadamente 4.500 pacientes con la enfermedad, de los cuales la mayoría han logrado ganar la batalla.

Lo importante frente a esta batalla del ser humano ante el COVID-19, es acudir a tiempo al médico y recibir el tratamiento en forma oportuna, tener la tranquilidad y confianza en que pronto ganaremos la batalla con la ayuda de Dios.

No ha sido fácil para mí, ni para mi equipo, ser parte de la primera línea de batalla. Yo sabía que el riesgo que asumía era mayor a todos los que hasta ahora he afrontado durante estos 16 años de carrera. Solo podía cada día confiar en Dios y en su esperanza y pedirle que me dé sabiduría y me ayude a guiar a todo mi equipo y darles también tranquilidad y fortaleza.

Tenía miedo de no resistir y dejar a mis hijas pequeñas. Lloré mucho y le dije al Señor lo que sentía y le pedí que me cuide y ayude. El amor y la misericordia de Dios nos acompañaron cada día y fortalecieron. Fue muy difícil desde el inicio, ya que se retiraron varios médicos por la edad o por tener alguna enfermedad. Otros renunciaron en el camino. Cada día eran más pacientes y menos personal de salud. Cada día había más impaciencia y menos materiales para trabajar. Mi corazón, desde el primer día, se conmovió por la forma tan rápida en la que los pacientes se complicaban, nunca hasta ahora había visto algo tan terrible, me dolía ver cómo sufrían y cómo los hospitales no podían aceptarlos por no haber suficientes camas.

Hace dos semanas llegó la vacuna de a nuestro país. Tuve la oportunidad de poder vacunarme. A todos los que la hemos recibido nos llena de esperanza. Es un regalo de Dios para poder seguir adelante. Vamos a poder seguir y vamos a poder ayudar. Esto nos permite mostrarles el amor de Dios, esto está permitiendo que muchas vidas sean salvadas para tener una vida eterna.