El Gobierno ha decretado por 15 días el estado de emergencia nacional, incluyendo el aislamiento social obligatorio y el cierre de fronteras. El objetivo es combatir la epidemia en una etapa temprana y “aplanar la curva” para lograr que nuestro sistema de salud pueda atender la demanda por servicios médicos. Aunado a esto se han presentado múltiples medidas económicas para ayudar a la población y a las empresas más vulnerables.
Todas estas son medidas importantes pero de muy corto plazo. Y después de esos 15 días, ¿qué sucede?
Es importante entender que 15 días es muy poco tiempo. Si vemos a los países como China y Corea del Sur que han ido controlando la epidemia, podemos notar que lo han hecho en ciclos de tres a cuatro semanas, en el mejor de los casos, y hasta siete semanas si nos enfocamos solo en China.
Segundo, después de esas cuatro o seis semanas, es importante entender que, mientras no se aplique una vacuna de manera masiva, se podrá reducir la epidemia pero no eliminarla. Por lo tanto, en los siguientes meses será importante monitorearla, reactivar algunos sectores de la actividad económica e ir gestionando el aislamiento y distanciamiento social.
Tercero y más importante, ¿qué sucederá una vez que superemos esta pandemia? Claramente, partimos de una situación económica endeble: la tasa de desempleo ha pasado de un 5,5% a mediados del 2013 a 6,3% a mediados del 2019, mientras que las empresas han pasado de un retorno sobre capital invertido (ROIC) de 12,6% en el 2013 a 7,7% en el 2018. A esto podemos sumar una posible caída de 5% a 6% del PBI, incluso podría llegar a dos dígitos en el segundo trimestre.
Por lo tanto, debemos esperar una larga y dura recuperación, a menos que metamos agresivamente la mano en dos fuentes en las que hemos invertido por años.
Primero, nuestros ahorros fiscales y amplia capacidad de endeudamiento. Hoy, nuestro endeudamiento es menor al 30% del PBI, uno de los menores de la región. Segundo, contamos con el fondo de estabilización fiscal de US$5,471 millones para estos años de vacas flacas.
Por lo tanto, si utilizamos nuestros ahorros e incrementáramos nuestro endeudamiento en 6 a 7 puntos porcentuales del PBI y usáramos la mitad del fondo, tendríamos casi US$25 mil millones para invertir durante los siguientes cinco años.
Una de las áreas que puede generar mayor empleo y productividad, en el largo plazo, es la agresiva inversión en infraestructura logística, sobre todo, cabotaje, ferrocarriles y transporte terrestre. Somos uno de los países con la peor infraestructura logística. Nuestro costo logístico como porcentaje del PBI es 12,6%. Estamos por encima de Chile, México y Brasil. Nuestra cadena logística es costosa y está enfocada en Lima y la costa. Es prohibitivo establecer una fábrica en la sierra o selva. El costo de transporte mata cualquier iniciativa. Existe el temor de apostar por este sector por la corrupción que se ha presentado en el pasado reciente. Pero es el momento de reestructurar el proceso de licitaciones, simplificarlo y transparentarlo incorporando a veedores de la sociedad. Es momento de invertir en este sector agresivamente y de manera transparente para generar empleo y elevar la productividad del país.
Tenemos una deuda histórica que saldar.