Federico Salazar

El presidente del Consejo de Ministros, , ha anunciado el plan Boluarte. Se trata de combatir la inseguridad ciudadana. El Gobierno, sin embargo, no tiene ningún plan.

Alguien habló del plan , en alusión a supuestos resultados de la política de seguridad de El Salvador.

“Aquí no va a haber un plan Bukele, sino el plan ”, aseguró Alberto Otárola. Reveló que este consiste “en hacer aquello que mejor han hecho otros gobiernos”.

El Gobierno promete, así, una especie de collage de medidas sobre seguridad ciudadana. Confiesa, de esta manera, que no hay ningún plan.

“Plan” es, según la Real Academia, un “modelo sistemático de una actuación pública o privada, que se elabora anticipadamente para dirigirla y encauzarla”. Un remiendo de recetas ajenas no es un “modelo sistemático”.

Peor aún, ni siquiera el remiendo existe. El primer ministro ha puesto un ejemplo de cómo es el “plan Boluarte”. Ha aludido al mandatario de El Salvador.

“El señor Bukele ha puesto a los policías en los buses a proteger a la ciudadanía”. “Durante nuestro gobierno”, agregó el ministro, “vamos a implementar esta y otras medidas”.

El señor Nayib Bukele es un muy mal ejemplo. Suspendió por siempre las garantías constitucionales. Las cifras de homicidios están maquilladas y hay informaciones que indican que su gobierno ha soltado a varios jefes de las mafias y pandillas.

Bukele ha hecho propaganda. Hizo publicar un video del traslado de 2.000 presos a una prisión nueva. Eran pandilleros capturados y sentenciados hacía años. Los hizo ver como si fueran recién capturados.

Por otro lado, ¿hay algún sustento para poner policías en los buses de transporte público?

Solo en Lima y el Callao hay casi 11 millones de viajes diarios, exceptuando taxis y taxis colectivos (Gino Alva, El Comercio, 3/6/2023). ¿Cuántos policías acompañarán a los pasajeros? ¿En cuántos viajes y en qué rutas?

¿Sobran o, más bien, faltan policías? ¿Se requieren policías con o sin instrucción?

Nuestro problema de seguridad es complejo. Se debe hacer una revisión de las penas. El asesinato, por ejemplo, se castiga con pena no menor de 15 años, aun cuando hubiera ferocidad en su comisión.

¿A cuántos robacelulares se detiene? ¿A cuántos deja libres el fiscal correspondiente?

Las penas, sin embargo, no inciden tanto en la disuasión del delito, como la eficacia de la acción de la ley. La policía debe aumentar su eficiencia, pero también, y, sobre todo, el Ministerio Público y el Poder Judicial.

¿Hay algún plan para reducir el exceso de carga procesal en el Ministerio Público y en el Poder Judicial? ¿Hay algún plan para aumentar la capacidad de investigación criminal de la policía?

Los planes no se pueden llevar a cabo sin presupuesto. ¿Cuándo se ha pedido la reforma del presupuesto para estos fines? Y si se trata de presupuesto, ¿se han hecho los cálculos con un diagnóstico?

Es evidente que no hay ningún plan. ¿Por qué el primer ministro Otárola habla de uno? ¿Cuál es la necesidad?

El Gobierno es uno de sucesión constitucional. Eso quiere decir que la presidenta no estaba preparada para dirigir el gobierno. No hay ningún misterio.

El misterio es por qué le han puesto el nombre de la presidenta a algo que no existe.

Federico Salazar es periodista

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