Alcalde viejo y alcalde nuevo, por Gonzalo Torres
Alcalde viejo y alcalde nuevo, por Gonzalo Torres
Redacción EC

Se acaba el año pero también se acaba una administración municipal, empieza un año nuevo y una administración no tan nueva, pues repite el plato. Es tiempo de reflexiones acerca de lo que se va y lo que viene.

Tengo claro que la gestión de no fue todo lo eficaz que pudo ser, se entrampó en el primer momento con la fiscalización saliente y le costó armar un equipo ejecutivo desde el saque, pues el ideológico ya lo tenía. Eso pasó, también, porque prácticamente se encontró con la alcaldía a pocas semanas de una elección en la que había otros favoritos.

Tuvo puntos fuertes en algunas áreas, entre ellas la de Cultura, no solo con el FAEL sino también con llevarla a la calle; en algunas intervenciones en el centro histórico se avanzó, como en la Plazuela del Cercado y otras. A pesar de que hay algunos proyectos en marcha, su punto débil fue viabilizarlos de manera torpe e ineficaz y sin planes en conjunto, como en La Herradura, la Costa Verde, el , etc.

Los puntos más recordados fueron la reforma del transporte y , puntos álgidos que había que conseguir y que otros no intentaron siquiera lograr. Esa es un buena valla para alcanzar que –a pesar de que la gestión saliente  no fue de lo más eficiente– habría que continuar. Se la deja a , que ojalá la retome y no transe.

Buenas intenciones no se traducen en buenas administraciones, pero también hay que observar y no ser mezquino: la gestión Villarán se vio abusivamente atacada por varios frentes. Para empezar, en el tema de la revocatoria, con lo que se perdió tiempo y energía. Yo nunca he visto una gestión a la que tanto se le bloqueó y se le atacó y ese es un escollo para cualquiera. Nadie puede trabajar en esas condiciones.

Es el turno del entrante que, cual imagen y personificación de los años viejos y nuevos, quiere despercudirse del viejo barbudo, gastado y achacoso y convertirse en el niño en pañales que es el año nuevo. Tendría que esfumar su halo de corrupción (aunque eso no le importó a la gente a la hora de votar) y ser más transparente, incluyendo el ser comunicativo.

En cuanto a planes, hay temas que deben continuar. Por ejemplo, aclarar qué va a hacer con el transporte y si de verdad pensará en la ciudad y no en sus votantes. Hasta ahora no conocemos sus proyectos para la ciudad. Desde hace años no hay un plan macro para esta. Debe saber que le va a tocar un año difícil al comienzo, por el tema electoral que se avecina. Por ello, sus alianzas con el gobierno saliente no serán cerradas.

Depende de Castañeda y su equipo la continuación de lo positivo y que se mejore la planificación de las obras de manera concertada. El 2015 es un año clave para nuestra capital. Es necesario dejar de mirar a la Lima inmediata y hacer planes para una Lima al Bicentenario y más allá. Dejar de pensar coyunturalmente será el gran reto para Castañeda y enfocarse en que el ciudadano reclama orden y seguridad, principalmente. Ojalá también veamos más cosas positivas para nuestro patrimonio histórico.