El camino al infierno…, por Alfredo Bullard
El camino al infierno…, por Alfredo Bullard
Alfredo Bullard

Ocurre alrededor de agosto de cada año. Me llegan llamadas o correos electrónicos de ex alumnos. Piden una carta de recomendación para postular a una maestría en el extranjero. Entre las universidades a las que postulan se encuentran varias muy destacadas (de las mejores del mundo según los ránkings) como Yale, Harvard, Columbia, Chicago, Berkeley, LSE, Oxford o Cambridge.

La mayoría han sido estudiantes muy destacados. Les pido que me hablen de sus planes futuros. 

Los mejores suelen decir que quieren ser profesores universitarios. Suelo incluir en mis cartas más o menos la siguiente oración: “Estoy seguro de que a su regreso de Yale, luego de culminar sus estudios, Jorge retornará al Perú y podrá potenciar lo aprendido en sus actividades como profesor”. Esa frase ya no tendrá ningún sentido.

Resulta que entró en vigencia la Ley Universitaria. Si haces una maestría en Derecho (LL.M.) en alguna de las destacadas universidades extranjeras mencionadas, su título no te sirve para enseñar en el Perú.

La nueva ley exige, si uno quiere ser profesor, tener una maestría. Pero no cualquier maestría. Debe tener 48 créditos y culminar con una tesis.

Resulta que las mejores maestrías en Derecho del mundo solo tienen 24 créditos. Pero son inmensamente superiores a las que se ofrecen en el Perú con 48. Gracias a la genialidad de los que hicieron la Ley Universitaria hoy una maestría en la Universidad Alas Peruanas te permite enseñar y una maestría en Yale o Harvard no.

Tuve la suerte de obtener una maestría en una de esas universidades extranjeras. Afortunadamente ya soy profesor y no se me puede aplicar retroactivamente la norma. Pero aquellos jóvenes recién egresados con vocación docente no tienen la misma suerte.

También he enseñado en maestrías aquí en el Perú. Sin duda mi experiencia en la maestría que llevé es incomparable con muchas de aquellas en las que he enseñado.

Más allá de tener 48 o 24 créditos, las que conozco en el extranjero son infinitamente superiores: nivel de exigencia, novedad en los temas, profesores, desarrollo de capacidades y competencias, etc. 

Mi maestría no exigía tesis, pero en tres de los cursos tuve que hacer trabajos que eran mucho más sofisticados que las tesis que te piden aquí para una maestría.

En nombre de la calidad, personas como Daniel Mora y otros de sus congéneres congresistas (con el apoyo del gobierno) han creado un mundo al revés en el que lo mejor del mundo no vale y maestrías pasadas por agua tibia sí. 

Eso pasa cuando uno cree tener la varita mágica de la calidad. Surge entonces la idea de estandarización, de crear patrones para asegurar que algo es bueno y que todo lo que no encaja en el patrón es malo. Así es el camino al infierno; está lleno de buenas intenciones. Pero en realidad está lleno de actos de soberbia que son a la vez actos de ignorancia. La razón por la que las mejores universidades del mundo ofrecen maestrías de ciertas características es porque la competencia y la demanda forjaron que así se conseguía una mejor formación. Pero pedirle a Mora que entienda eso es mucho pedir.

La verdad es que la regulación estandarizada mata la innovación. Al forzar a todos a hacer lo mismo, eliminas los incentivos para hacer cosas distintas. La diversificación y la diferenciación (y no la estandarización por ley) son la fuente del progreso. Es lo nuevo lo que nos permite mejorar. 

Ojalá la Sunedu encuentre una interpretación para poner las cosas en su sitio. Pero lo dudo. Y no es la única tontería que nos dejó Mora. Otro ejemplo es la exigencia de tener menos de 70 años para enseñar. Resulta que hay premios Nobel que enseñan en las mejores universidades del mundo pero que no pueden enseñar en una universidad pública peruana. Podríamos decirle a quienes hicieron esa ley lo que señalaba el escritor español Baltasar Gracián: “El primer paso de la ignorancia es presumir de saber”.