El presidente del Consejo de Ministros (PCM) Vicente Zeballos comparece ante los medios de prensa, el pasado 6 de febrero. (Foto: GEC).
El presidente del Consejo de Ministros (PCM) Vicente Zeballos comparece ante los medios de prensa, el pasado 6 de febrero. (Foto: GEC).
Federico Salazar

Este gobierno , dice el presidente del Consejo de Ministros, Vicente Zeballos. El ministro no es sincero.

El exprocurador Jorge Ramírez gestionó una reunión entre el exministro de Energía y Minas (Minem) Juan Carlos Liu y Odebrecht. Él quería ayudar a que Odebrecht pagara la reparación civil.

Odebrecht realizó obras inconclusas para el Gasoducto Sur Peruano (GSP). Venía el vencimiento del plazo para presentar demandas ante el Ciadi, centro internacional de arbitraje.

Odebrecht quería que las dos partes pidieran la prolongación del plazo. Ramírez Ana Teresa Revilla para comunicarse con el exministro de Energía y Minas (Minem) Juan Carlos Liu.

La reunión se llevó a cabo, con conocimiento del Consejo de Defensa Jurídica del Estado. Liu habría buscado al Ministerio de Economía y Finanzas, con el que tampoco se llegó a nada.

Jorge Ramírez entendía que el ministro Zeballos y el propio presidente Vizcarra sabían de la tratativa con Odebrecht. Pensar eso es, además, lo más razonable.

Las conversaciones estaban destinadas a mantener el acuerdo de colaboración eficaz y a evitar .

El presidente Vizcarra criticó el anuncio de la demanda. Dijo, sin embargo, que su gobierno había tomado la decisión de licitar el saldo de las obras “para que la población pueda tener gas natural”.

Odebrecht buscaba, justamente, que se licitara, para de ahí cobrar lo invertido.

Luego de revelarse la reunión y las tratativas, Jorge Ramírez (procurador ad hoc) y Juan Carlos Liu (Minem). Luego, Ana Teresa Revilla (Minjus) y, de paso, el exministro de Transportes y Comunicaciones (MTC) Edmer Trujillo y la exministra de Educación (Minedu) Flor Pablo.

El ministro Zeballos ha dicho que con la crisis causada por las conversaciones con Odebrecht. Es poco verosímil y nada transparente.

El ministro Zeballos pretende que creamos que son cambios usuales. Sostiene que no tienen relación con nada. Se producen, en su versión, como por generación espontánea.

¿Y por qué justamente estos personajes? Según Zeballos, no hay razón específica. Se trata, al parecer, de una especie de sorteo, un proceso azaroso y casual.

El ministro Zeballos calla. No le dice a la opinión pública por qué cambiaron estos ministros. Eso es lo contrario de la transparencia, la opacidad.

Lo más probable es que se trate de criterios concurrentes. El caso del procurador Ramírez es a todas luces un error.

Él hizo lo que hizo de manera formal. El gobierno no tuvo nada que ver con su renuncia, ¡según el gobierno! La habría determinado, de manera autónoma, el Consejo Directivo de la Procuraduría General del Estado.

El Consejo Directivo de la Procuraduría no señala causa para el cese. Tiene con el ministro Zeballos esto en común: no dan motivos.

Zeballos es un narrador fabuloso. Con relación a la designación de la nueva ministra de Energía y Minas, Susana Vilca, ha dicho que .

Vilca fue viceministra en el gobierno de Humala. Ese gobierno inició el proyecto del gasoducto, que es obra faraónica y de beneficios dudosos. Es la obra que los funcionarios de Odebrecht consultaban con Nadine Heredia.

Vilca tuvo que renunciar entonces por tener 17 concesiones mineras sin declarar (2011). Se le vinculó a la minería informal. Antes, cuando fue congresista (2007), para derivar la mitad de sus sueldos a su hijo.

Es obvio que este gobierno es estricto no en cuanto la lucha contra la corrupción, sino en cuanto a la publicidad sobre la lucha contra la corrupción.

Por esa publicidad, el gobierno pone de lado una demanda de US$1.200 millones. Es fácil: la tendría que pagar otro gobierno.

Por esa publicidad, el gobierno cambia de ministros como de camiseta, dejando la gestión ministerial al garete.

Para saber hacia dónde va el gobierno solo hay que ver cómo caminan sus miedos. Eso cambia según el aplauso, las encuestas y el cuento inverosímil de la lucha contra la corrupción.