Las noticias vienen una tras otra. A los informes sobre la pandemia se suceden las barbaridades que se escuchan en boca de algunos congresistas (virus habitual en nuestra vida política) y los rumores sobre los candidatos a la presidencia de la República. Mientras tanto, lo único seguro es la incertidumbre. Hoy más que nunca el sonido del timbre de la casa es una señal de alerta. El dedo que toca puede ser portador del virus. El enemigo es invisible y no sabemos si nuestra puerta de la calle es la última trinchera.
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