En octubre del 2011, habiendo saboreado el poder durante unos meses, la señora Nadine Heredia se rasgó las vestiduras con el famoso tuit “Tan difícil es caminar derecho??!!” a propósito del Caso Chehade. Dejó que se le viera el fustán por primera vez. Entonces, la esposa del presidente bordeaba un envidiable 60% de aprobación.
No es que no tuviera razón de indignarse por las acciones del entonces vicepresidente de la República. Lo que reveló su frase fue algo más de fondo. Que a alguien le sorprenda tanto la dificultad de caminar derecho significa que ignora una realidad visible para cualquier ojo avisado. Así, a ciegas, se puso al borde del abismo, lista para resbalar al más leve empujón.
¿Es tan difícil caminar derecho? ¡Claro que sí! Y cuanto más poder acumula una persona, un político, un empresario o un periodista, es más difícil porque las tentaciones serán mayores, los aduladores más numerosos y la visión de la realidad más confusa. Nada de esto, sin embargo, sirve para justificar los resbalones ni los delitos.
En su libro “La neurosis del poder” (1992), el italiano Piero Rocchini, psicoanalista del Parlamento de su país durante nueve años, definió como ‘neurosis narcisista’ lo que aquejaba a varios políticos: “Es una patología por la que se consideran personas importantísimas; creen ser el centro del universo y que los demás existen para girar alrededor suyo”.
Dice Rocchini que los neuróticos narcisistas están pendientes de la opinión ajena y necesitan el halago externo para mantener el equilibrio y sentirse felices; es decir, necesitan la corte de aduladores que aprueba todo lo que hacen y dicen, y que los alienta a seguir aunque estén en un error, al borde de la legalidad o si ya han caído en lo ilegal. Así, comprometer a una amiga o a la propia madre con transacciones de crédito poco claras parecerá el ‘favor’ más natural del mundo. El neurótico narcisista puede entenderlo, incluso, como la concesión de un honor que alguien común comparta con él, o ella, semejante relación de confianza.
Por cierto, no todos los políticos están condenados a ser neuróticos narcisistas, pero digamos que las condiciones de la política peruana son un rico caldo de cultivo para que estos germinen en abundancia.
¿Qué protege a las personas con poder de caer en esa tentación? Lo primero es una formación sólida en valores, la sabiduría y la madurez suficientes para rodearse de personas no solamente capaces en sus especialidades, sino también capaces de decirles no, de advertirles que eso no es andar derecho; en lugar de rodearse de los amigos que le celebrarán todo. Sin embargo, por encima de todo deberá existir la conciencia clara de cuán difícil es andar derecho, de que por más honestos que seamos, tenemos una naturaleza herida por la tentación y somos pasibles de caer en ella. Quien tiene conciencia de eso será menos vulnerable a la neurosis narcisista del poder. La tentación, cuyo objeto aparentemente es bueno, seductor a la vista y deseable, estará rondando siempre. En la conciencia de cada persona está la capacidad de discernir el bien del mal.
Según Rocchini, el ansia de éxito hace que estos narcisistas transformen cada cosa que hacen en una oportunidad para ser aplaudidos y consideran que quienes los rodean les deben todo. Por lo general, su atención y aprecio hacia los demás es meramente instrumental. Además, cuando el ‘resbalón’ se descubre, tienen una gran capacidad para responsabilizar a los otros. Veamos si no cuántos casos de ex amigos caídos en desgracia.