Héctor Villalobos

César Acuña lo volvió a hacer. El líder del partido que suele promover en cada período parlamentario a una nueva camada de sentenciados o investigados por graves delitos ha colocado esta vez en la presidencia del Legislativo –con la vergonzosa anuencia de las bancadas de derecha– a un personaje vinculado con la minería ilegal.

El denominado Bloque País ha hecho oídos sordos a las voces que rechazaron la postulación de. La aprobación de la institución parlamentaria está por los suelos, pero el pellejo de chancho es a prueba de balas y críticas. El hace y deshace a sus anchas porque puede y porque quiere. Sin ningún asomo de rubor han elegido por amplia mayoría y colocado en la línea de sucesión constitucional al promotor de una actividad ilegal que destruye bosques, genera contaminación y mueve millones en dinero sucio al año.

Salhuana no es la única perla en la Mesa Directiva. El otro regalo de Fiestas Patrias del Congreso para todos los peruanos es la ratificación deen la segunda vicepresidencia. Ya desde antes de la fuga de su hermano Vladimir su designación era cuestionable. Pero ahora, con este en la clandestinidad y digitando a su bancada desde su teléfono, la reelección del menor de los Cerrón es una afrenta al país.

Sería interesante saber lo que piensan Patricia Juárez y Alejandro Cavero de sus compañeros de fórmula. No las explicaciones diplomáticas que seguramente darán a los medios de comunicación (“la gobernabilidad, el consenso, bla, bla, bla”), sino lo que realmente piensan.

Los cálculos políticos y el reparto de comisiones se han impuesto a los intereses del país. La minería ilegal siempre ha buscado aliados en el poder y ahora han llegado al más alto nivel. La representación nacional nos ha dado un nefasto mensaje, ha empoderado a una economía criminal y ha hundido el escaso prestigio del Congreso en lo más profundo de un socavón.



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Héctor Villalobos es Editor de Política