Gobierno vs. oposición

Francesco Tucci

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(R)evolución hacia las presidenciales

Ginevra Baffigo

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“Es imperativo que la oposición venezolana [...] participe en el proceso electoral”.

se configura como un régimen híbrido, un autoritarismo competitivo, según el profesor de Harvard Steven Levitsky: las instituciones democráticas formales no son eliminadas sino manipuladas a través de la violencia, el soborno, la corrupción y la cooptación para alterar la normal relación entre el gobierno y la oposición, favoreciendo al primero. De acuerdo con Levitsky, existen cuatro arenas donde la oposición puede tener cierto margen de acción para hacer frente a un gobierno de este tipo: a) electoral, b) legislativa, c) judicial y d) los medios de comunicación.

El gobierno de Caracas está utilizando múltiples tácticas (amenaza, violencia, corrupción) para someter a la oposición en estas cuatro arenas, impidiendo la libre participación en los comicios para reducir su presencia en la Asamblea Nacional y evitar que gane las presidenciales. También a través de presiones sobre el Poder Judicial –que en una democracia debería ser autónomo– e intimidando a los medios de comunicación independientes.

Las elecciones del 2024 podrían agravar aún más la baja institucionalidad, abriendo paso a un régimen autoritario pleno porque, de acuerdo con el politólogo Robert Dahl, para que unas elecciones sean democráticas no basta con que sean periódicas y competitivas (con la participación de dos o más partidos); deben ser también limpias (sin fraude ni manipulación de las cédulas o actas) y libres. Este último elemento es fundamental en comicios democráticos. En Venezuela se ha inhabilitado a varios líderes opositores como Henrique Capriles –no obstante, ha anunciado su participación en las primarias con la Plataforma Unitaria que quiere desafiar al oficialismo–, se obstaculizó la inscripción/reinscripción de los partidos rivales con manipulación ex ante del proceso electoral, reduciendo la competencia a los partidos satélites del oficialismo y eliminando la presencia de una verdadera alternativa. Siguiendo esta estrategia, la manipulación de los votos ex post sería innecesaria para perpetuarse en el poder.

En este contexto de “elecciones à la carte”, es imperativo que la oposición venezolana se presente más unida que nunca y que participe en el proceso electoral, no para legitimar un fraude, sino para denunciarlo. Retirarse de la contienda dejaría otra vez las manos libres al oficialismo, como ya ocurrió en las elecciones del 2017 para formar la Asamblea Constituyente. Nicolás Maduro tomó la decisión de convocar elecciones constituyentes para formar un foro que usurpara la función legislativa de la Asamblea Nacional, conformada mayoritariamente por integrantes opositores de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática).

De hecho, por cinco años (2015-2020), la mayoría absoluta de los escaños de la Asamblea Nacional pertenecía a la MUD, demostrando cómo un régimen de autoritarismo competitivo (Levitsky) puede sufrir un revés electoral y cómo la oposición puede aprovechar esta victoria para denunciar los abusos del oficialismo.

Finalmente, la comunidad internacional debería presionar al régimen venezolano para exigir elecciones realmente democráticas, respetando los elementos establecidos por Robert Dahl.