La última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) ofrece información interesante sobre las percepciones de la ciudadanía respecto del Gobierno de Pedro Castillo y de la situación política en general.
Desde diciembre, los niveles de aprobación y desaprobación del presidente no se han movido mucho. La aprobación está en un 28% y la desaprobación llega al 63% a escala nacional. La desaprobación supera a la aprobación también en el Perú rural, en el sur, en la sierra y entre quienes se identifican como de izquierda. A pesar de esto, un 39% considera que el presidente “se preocupa por los que menos tienen”; un 36%, que Castillo “representa a gente como usted”; un 33%, que “tiene capacidad para gobernar” y un 31% declara que “le inspira confianza” (sumando las respuestas “mucho” y “algo”). Y entre quienes se autoidentifican como de izquierda, la percepción positiva de que “representa a gente como usted” (“mucho” y “algo”) alcanza a superar por poco a la negativa (“nada” y “poco”).
¿Qué ha sido lo mejor de la gestión del presidente Castillo? Un 40% de los entrevistados menciona el proceso de vacunación, ahora en riesgo con los cambios en el Ministerio de Salud; lo peor, mencionado por un 31%, es el nombramiento de ministros cuestionables. Es decir, lo peor es consecuencia de las decisiones del propio presidente, que ha puesto en riesgo lo único rescatable de su gestión. Todo esto ha generado, una vez más, una crisis política, y un 63% considera que ella lo afecta “mucho”, especialmente los más pobres.
A pesar de todo esto, no aparece una salida capaz de concitar un entusiasmo mayoritario. Una parte de la explicación está en el hecho de que el contrapeso al Ejecutivo, el Congreso, tiene una evaluación aun más baja: apenas el 14% aprueba el desempeño del Congreso, mientras que un 82% lo desaprueba.
Una consecuencia de esto es que, pensando en las salidas a la crisis, un 48% considera que lo mejor sería convocar a elecciones generales y un 38%, que Castillo se mantenga como presidente hasta el 2026. El adelanto de elecciones es especialmente popular en Lima y en los sectores A/B; la preferencia por la permanencia de Castillo es especialmente fuerte y llega a ser mayoritaria en el Perú sin Lima, en el Perú rural, en la sierra, en el centro y en el sur.
Hasta el momento, si bien la desaprobación del presidente Castillo ya es ampliamente mayoritaria en todos los ámbitos, este parece haber encontrado una suerte de núcleo un tanto más consistente (no me atrevería a calificarlo como “duro”), que todavía parece darle el beneficio de la duda, que evita una “caída libre” en los niveles de aprobación, de alrededor de un tercio de los encuestados, especialmente fuera de Lima, en el ámbito rural, serrano; en particular, en la sierra centro y sur. Este núcleo ha evitado un desplome en la legitimidad política de Castillo desde diciembre, a pesar de los numerosos problemas que aquejan al Gobierno. Es probable, por ello, que las recientes denuncias basadas en declaraciones de Karelim López radicalicen a los sectores que ya lo desaprueban, pero no necesariamente conllevarán a una caída significativa en su aprobación. Aunque, por supuesto, todo depende de cómo se maneje este delicado asunto en los próximos días.
¿Cuál sería la clave del respaldo de este núcleo de alrededor de un tercio de los ciudadanos? En parte, podría deberse a la identificación con la narrativa del provinciano y maestro rural que llegó a la presidencia y que está siendo acosado por el poder establecido; en parte, también, por el rechazo que generan las élites limeñas y los sectores socioeconómicos más altos, más identificadas con los pedidos de renuncia y con los intentos de encontrar justificaciones para declarar la vacancia de la Presidencia por parte de un Congreso también desprestigiado. Pero, como siempre, todo puede cambiar muy rápidamente en el país.
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