Diversos dirigentes de distintos “comités de lucha” anuncian la “tercera toma de Lima”. Supuestamente, Lima fue tomada y, contra toda razón, supuestamente fue “tomada” dos veces.
No son, pues, “tomas” de Lima, sino intentos de “toma”. Hay un mundo de diferencia entre un hecho y un intento.
Lima no va a ser tomada. Va a haber protestas y, sobre todo, provocaciones. Provocaciones, para que las fuerzas del orden actúen y para que algunos miembros de estas se sobrepasen.
Estos dirigentes anuncian el 19 de junio como fecha para movilizarse. Han invertido dinero en viajar por todo el interior del país, para “coordinar”.
Son varias las narrativas agitadoras: la supuesta alianza de Dina Boluarte con la “derecha fascista”, un supuesto contubernio del Ejecutivo con el Congreso, con el Ministerio Público y hasta con el Tribunal Constitucional.
Ninguna de estas atribuciones tiene un asidero objetivo.
El periodista Gustavo Gorriti también hizo un llamado a la movilización. Dijo que el objetivo del actual gobierno es “erosionar la democracia desde dentro”. Pidió evitar “el triunfo del fascismo”.
Ni él ni nadie ha revelado alguna grabación, foto o conversación de WhatsApp de este malévolo plan. Los fascismos llegan, más bien, si se rompe el orden constitucional.
No hay evidencia del intento de “erosionar la democracia desde dentro”. Eso es una “narrativa”; o sea, un cuento.
Lo que piden los diversos grupos es la renuncia de Dina Boluarte, el cierre del Congreso y nuevas elecciones.
La democracia no es la voluntad del pueblo. Es la voluntad del pueblo bajo la ley. El gobierno, el pueblo y cada ciudadano debe estar bajo el comando de la ley y el orden constitucional.
Lo que piden estos grupos y sus voceros es romper la ley. La señora Dina Boluarte es presidenta por mandato constitucional. Puede salir, siempre que se cumpla con la ley.
El expresidente Pedro Castillo quebró la Constitución y por eso está preso. La Constitución contempla que, en ese caso, asuma el vicepresidente, y eso es lo que hizo Boluarte.
A uno de los dirigentes le preguntaron: si Dina sale, ¿aceptarían que gobierne el actual presidente del Congreso, José Williams? “No, dijo, ese es otro pedido, que se elija una nueva mesa directiva”.
No es una sucesión constitucional lo que piden estos dirigentes. Piden, también, el cierre del Congreso. O sea: no quiero a este, ni a este otro.
El cierre del Congreso es lo que quiso hacer el investigado Pedro Castillo. Eso es lo que quieren estos voceros: decir ellos quién debe ser presidente, quién debe ser fiscal, quién debe ser congresista, quién debe ser magistrado del TC.
La Constitución es el marco que señala cómo y cuándo se hacen esas elecciones y nombramientos. La protesta, entonces, es contra el orden constitucional. La forma de conseguir su objetivo –lo saben– no es la protesta, sino la represión calculadamente desmedida de la protesta.
No es la finalidad el cambio, sino el caos; no es la finalidad la democracia, sino la dictadura.
La respuesta debe ser clara: adherirse a la Constitución, al orden legal y a todo lo que permita el ejercicio de los derechos de las personas. No de unas cuantas, sino de todas las personas.
Hay que cerrar filas frente al tercer intento de toma de la democracia.