(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Andrés Oppenheimer

Estimado presidente Trump, usted merece crédito por la escalada de las presiones diplomáticas y económicas de Estados Unidos contra la dictadura de Venezuela. Pero, por favor, no arruine lo hecho hasta ahora alentando especulaciones poco realistas sobre una intervención militar allí.

Eso es exactamente lo que quiere el presidente de facto de Venezuela, Nicolás Maduro. Él quiere cambiar el eje de la conversación, para que en lugar de estar hablando sobre un conflicto entre un dictador y su pueblo, pasemos a hablar sobre un conflicto entre EE.UU. y Venezuela. Eso le permitiría presentarse como una presunta víctima del “imperialismo yanqui”.

Cualquier especulación sobre el envío de tropas estadounidenses a las fronteras con Venezuela amenaza con debilitar, y tal vez revertir, el esfuerzo diplomático internacional más prometedor de la historia reciente para derrocar a un dictador latinoamericano.

Las mayores democracias de la región han reconocido al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como el legítimo presidente de Venezuela.

Pero ese apoyo generalizado a Guaidó podría colapsar pronto si Trump sigue alentando tácitamente las especulaciones sobre una potencial solución militar.

Las versiones sobre una potencial acción militar estadounidense resurgieron la semana pasada cuando el asesor de seguridad nacional del país, John Bolton, fue visto en una conferencia de prensa sobre Venezuela sosteniendo un bloc con estas palabras escritas a mano: “5.000 soldados a Colombia”.

No estaba claro si Bolton llevaba esa libreta de apuntes intencionalmente, para enviarle un mensaje sutil a Maduro, o si fue un descuido que fue captado por las cámaras.

Pero la respuesta de la Casa Blanca a las preguntas de los reporteros le agregó leña al fuego. “Como lo ha señalado el presidente, todas las opciones están sobre la mesa”, dijo un portavoz.

Puede que el gobierno de Trump crea que la amenaza tácita de una acción militar ayudará a provocar deserciones en la jerarquía militar venezolana, pero eso no es seguro. Lo más probable es que ayude a alimentar la narrativa de la izquierda jurásica de que Maduro es una presunta víctima de Estados Unidos.

Incluso algunos de los críticos más acérrimos de Maduro en América Latina, como los líderes de Colombia, Argentina y Chile, me indicaron en los últimos meses que no apoyan una intervención militar en Venezuela. Once de los 14 países del Grupo de Lima firmaron una declaración el año pasado oponiéndose a una solución militar en Venezuela.

Hay quienes todavía dicen que Maduro nunca dejará el poder pacíficamente, y que sin la presión militar de EE.UU. se atornillará en el cargo para siempre. No estoy de acuerdo.

La actual presión económica y diplomática internacional sin precedentes sobre Maduro, junto con una oposición reunificada y fortalecida, pueden lograr una transición pacífica a la democracia.

La solicitud de Guaidó de ayuda humanitaria internacional ha puesto a Maduro contra las cuerdas, y puede provocar una rebelión militar, o una demanda castrense para que Maduro convoque elecciones libres.
Así que, presidente Trump, por favor, no siga diciendo que “todas las opciones están sobre la mesa”, porque es contraproducente.

Usted merece crédito por haber finalmente encontrado un autócrata que no le gusta, después de haber tenido casi nada más que elogios para los tiranos de Rusia, China y Corea del Norte. Y sus acciones coordinadas con las democracias latinoamericanas hasta el momento han sido acertadas.

No arruine la mejor oportunidad de restaurar la democracia en Venezuela alimentando especulaciones sobre una intervención militar que, además de todo, es altamente improbable. Eso solo ayuda a darle municiones al aparato propagandístico de Maduro.

– Glosado y editado –
© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC