Los malos monopolios pueden ser muy dañinos. Para combatirlos, deben identificarse bien sus características. Veamos.
Los monopolios I) son situaciones donde hay un solo proveedor (o varios coludidos) de un bien o servicio que no tiene sustitutos u opciones, II) pueden existir por el tamaño pequeño del mercado o porque uno es tan bueno que la población no recibe a competidores o por trabas impuestas al ingreso de otros y III) son dañinos si imponen precios o condiciones que no se darían si hubiera competencia.
Con estas definiciones, el lector podría calificar si las situaciones siguientes (mencionadas en diversos espacios) son o no monopolios en el Perú y, si siéndolo, actúan mal y deben ser intervenidos o prohibidos.
1. Las tiendas por departamento.
2. El único bodeguero de un pequeño pueblo.
3. Las telecomunicaciones.
4. La prensa y la información.
5. Los permisos de operación de negocios.
6. La expedición de pasaportes y brevetes de conducir.
7. Los grifos y estaciones de servicio.
Sin duda, el lector pensará que, contra lo que el candidato Castillo decía, no hay monopolio en las tiendas por departamento, pues la población puede comprar en miles de mercados y negocios. ¿Lo habrá en telecomunicaciones, donde varias empresas compiten por tecnologías y precios? ¿Y en las noticias, si además de los grandes diarios, la gente puede informarse por otros periódicos, radios, canales de televisión y cable e Internet? Probablemente no en los grifos, donde interviene Petro-Perú. ¿Y qué nos diría este mismo análisis para la leche, los medicamentos, el transporte o las clínicas, entre otros sectores similares?
¿Y el único bodeguero del pueblo? Siendo monopolista, diría que no habría espacio para otro, a menos que abuse y lo saquen para reemplazarlo. ¿Y qué ocurre cuando alguien necesita un permiso para operar un restaurante? ¿Configura monopolio el que deba aceptar las demoras, exigencias y eventuales pedidos de coimas del único municipio autorizado? Aquí tal vez podría abrir informalmente, pero esa salida es imposible para pasaportes, donde las autoridades deciden, sin opción, quién puede o no viajar al extranjero. Y lo mismo ocurre con cientos de autorizaciones, certificados o justicia que los ciudadanos necesitan.
En fin, nos quedan tres aprendizajes. Uno, que es importante identificar bien, de manera desapasionada, aquellos sectores en donde existen reales monopolios privados nocivos y corregirlos drásticamente. Dos, no olvidar corregir también los abusos de los muchos “monopolios” públicos. Tres, entender que en ambos casos, más que prohibir, es más efectivo estimular la aparición de competencia. Que tengan una gran semana.