Perú Libre (PL) ha sido la primera bancada en anunciar a su postulante a la Mesa Directiva del Congreso en la elección que tendrá lugar en tres semanas, aún sin que se sepa cuáles serán las listas. De alguna manera, han puesto los caballos antes que la carreta.
Waldemar Cerrón, el sosegado hermano del líder del partido, fue el elegido para tal responsabilidad. De ser incluido en alguna lista –algo muy probable, considerando que su bancada es la segunda de mayor peso numérico después de Fuerza Popular (FP)–, no sería la primera vez que el también representante por Junín realizara el intento: en el 2022 fue candidato a la primera vicepresidencia en la lista que lideró Esdras Medina, elegido por Renovación Popular, de breve paso por Somos Perú y hoy no agrupado.
La reacción inicial que generó el anuncio de la nominación de Cerrón en bancadas lejanas a las prédicas del partido del lápiz, como FP o APP, puede resultar sorpresiva para quienes no siguen el día a día parlamentario.
Pero una revisión en el pasado no tan lejano hará notar que la elección de Josué Gutiérrez en la Defensoría del Pueblo o de los seis miembros del TC elegidos en el primer año de este Congreso, contó con adhesiones similares. Si bien no puede hablarse de un patrón, sí deben enfatizarse los antecedentes.
Pronto, sin embargo, se han conocido anuncios de diferencias insalvables, tanto desde FP como desde PL. La mañana de ayer, Miguel Torres, vocero del partido naranja, dijo que FP “de ninguna manera” apoyaría una lista que tuviera participación de PL (Ampliación de Noticias, RPP, 5/7/2023), algo que fue respondido solo horas después por el congresista y portavoz de PL, Flavio Cruz. Según Cruz, la intención de su partido es “ir por otra orilla” (Rotativa del Aire, Segunda Edición, RPP, 5/7/2023).
Con la nominación de Cerrón, PL había ganado la iniciativa y, de alguna manera, había puesto la pica en Flandes: un sitio en la Mesa Directiva ya sea por similitudes ideológicas con las fuerzas de izquierda o por alianzas pragmáticas con las que no lo son. Pero la audacia parece, al menos por ahora, no haber funcionado.
En cualquier caso, el tomar una decisión colegiada solo días después de haber visto una nueva deserción podría tener la intención de proyectar cierta cohesión, detrás de una figura consensual. En el abandono, compañeros.
Es importante, además, ver los antecedentes de la bancada. Como se dijo, hace menos de dos semanas, el 22 de junio, sufrió la vigésimo segunda deserción desde que se instaló el Congreso. Silvana Robles dejó el grupo parlamentario acusando “diferencias sustanciales”, denunciando la “unión contra natura con el fujimorismo” y criticando un “supuesto pragmatismo”. Con la salida de Robles, la bancada se queda con solo 15 de los 37 escaños con los que se instaló.
Aunque cada vez con menos miembros, PL no ha dejado de tener un peso importante. De hecho, en la coyuntura de inicios de diciembre del 2022, cuando se iba a debatir la vacancia de Pedro Castillo, era claro que sin los votos de PL no se llegaba al umbral requerido.
Pero, como en otras ocasiones, desde la interna parecen haber sobredimensionado su peso. Por ahora, han planteado un no negociable (incluir a Cerrón en la lista) cuando precisamente lo que primarán son las tratativas en las que muchas veces tocará pensar fuera de la caja.
El resultado de la apuesta del dinámico grupo político se verá recién en la jornada del miércoles 26 de julio, que esta vez se anuncia más angustiante. Al margen del desenlace, es evidente que ha habido una voluntad de anticiparse. Pero, como bien reza el refrán, no por mucho madrugar se amanece más temprano.