De acuerdo con la última encuesta de El Comercio e Ipsos que hoy se publica, Pedro Pablo Kuczynski (PPK) surge como el principal beneficiario de la exclusión de Julio Guzmán y César Acuña de la carrera electoral. No solo recupera el segundo lugar que tuvo hasta enero, sino que es quien más puntos porcentuales gana. Los cinco puntos que sube son probablemente la recuperación de votantes que prefieren un candidato tecnócrata, pero que habían migrado a Guzmán atraídos por su juventud y propuesta de renovación.
Sin embargo, cometería un grave error si él o sus partidarios creen que tienen garantizada esta ubicación las próximas cuatro semanas. Según como PPK aproveche su ‘segundo debut’ puede incrementar su respaldo actual de 14% o perderlo. Pisándole los talones vienen Alfredo Barnechea y Verónika Mendoza, ambos ahora con 9%. De acuerdo con esta encuesta, Barnechea ya venía creciendo antes de las exclusiones. Con la salida de Guzmán y Acuña sube dos puntos más. En el caso de Mendoza, las exclusiones le permiten ganar cuatro puntos porcentuales. Es posible que la abierta posición de Mendoza en defensa de la participación de Guzmán la haya vuelto más atractiva para sus votantes.
En cambio, Keiko Fujimori y Alan García, percibidos por los partidarios de Guzmán y Acuña como los responsables de su exclusión, apenas ganan un punto cada uno. El 32% que hoy registra Fujimori no es muy diferente al que tenía antes del surgimiento de Acuña y Guzmán, pero con una complicación: se ha incrementado su antivoto. La proporción de quienes dicen que definitivamente no votarían por ella sube de 40% el mes pasado a 44% este mes. La confrontación fujimorismo vs. antifujimorismo, que se esperaba para la segunda vuelta, ya empezó.
La pugna por convertirse en el abanderado del antifujimorismo ya viene dándose entre Barnechea y Mendoza. Barnechea reivindicando al populismo centroizquierdista del ex presidente Fernando Belaunde, y Mendoza a las posiciones más radicales de la izquierda de influencia chavista. Está por verse si PPK es capaz de construir una posición antifujimorista desde el centro. Si no lo hace, corre el riesgo de quedar como un actor del reparto. Más aún teniendo en cuenta que a Barnechea y Mendoza todavía uno de cada cuatro electores no los conoce. En cuanto eso cambie, ambos podrían incrementar su intención de voto y alcanzar a PPK.
En quinto lugar viene Alan García. Si al 6% que recogen las encuestas se le suma el voto oculto que el ex presidente intuye tener, mantiene una posición expectante. Barnechea y Mendoza pueden seguir creciendo, pero también podrían caer si se descubren aspectos turbios de su pasado que decepcionen a sus electores. Hoy parece difícil que García llegue a la segunda vuelta, pero sí podría obtener un mejor resultado si se deteriora la imagen de sus contendores. Lo que sí parece ya muy difícil es que ingrese un nuevo candidato a pelear por el pase a la segunda vuelta electoral.
Esta encuesta también ayuda a descifrar el ánimo ciudadano con relación a la exclusión de Acuña y Guzmán. Entre las personas que están relativamente informadas de su situación, dos de cada tres consideran que Acuña debía salir. Las opiniones están más divididas en el caso de Guzmán. La mitad cree que se debió permitir su candidatura, proporción que se incrementa entre los jóvenes. Las opiniones están aún más divididas sobre los responsables de su salida: 35% responsabiliza al partido de Guzmán, 22% al Jurado Nacional de Elecciones (JNE), 21% a los demás candidatos, y porcentajes menores al gobierno y al Congreso.
Probablemente, un poco de todo es cierto. La impericia e informalidad de Todos por el Perú, el gobierno que convoca tarde las elecciones, el JNE que demora demasiado en resolver, los partidos que presionan en defensa de sus intereses, y una legislación electoral muy formalista y que permite tachas demasiado cerca del proceso electoral. Es inaceptable que las medidas tomadas por el JNE sean calificadas de fraude electoral, pero el mal sabor que han dejado en un amplio sector de la ciudadanía es una llamada de atención para corregir la legislación electoral en el futuro. En la política como en la economía se requiere menos trámites y más libertad para competir.