“Falleció el último peruano que vio a su país en un Mundial”. Lo que en apariencia es un divertido ejercicio de periodismo futurista –autoría de un periodista de esta casa editora– resulta muy cercano a la realidad. Esta tarde el mundo empezará el adictivo ritual que se apodera de sus sentidos cada cuatro años y los peruanos, por octava vez consecutiva, volveremos a ser simples espectadores de esa fiesta, ahora por HD.
Si el fútbol peruano no va a un Mundial hace 32 años, no es solamente por lo poco que se trabajó durante este tiempo, sino también por lo que no se hizo cuando los Cubillas, Chumpitaz y Oblitas nos hacían hinchar el pecho de orgullo, y ya se vislumbraba la necesidad de preparar un grupo que tomara su victoriosa posta.
Pero existe otra posibilidad de participar en una Copa del Mundo: organizándola. Hace cinco años, acicateado por un colosal entusiasmo, el presidente García anunció que el país postularía a ser sede de los Juegos Olímpicos del 2016, aunque obvió un pequeño detalle: el plazo para las postulaciones había vencido.
¿El Perú podría albergar un Mundial de Fútbol? Aunque en el 2019 Lima recibirá los Juegos Panamericanos, la máxima cita polideportiva del continente, que exigirá moderna infraestructura deportiva, así como mejoras en los servicios de transporte y alojamiento, una Copa del Mundo requiere una inversión multimillonaria y un enorme esfuerzo organizativo .
Solo en estadios, Brasil tiene previsto gastar 4.200 millones de dólares, es decir, casi lo que costará la línea 2 del metro. ¿Podrían ejecutar esa monumental suma los mismos que hace cuatro años no avanzan un centímetro del túnel que debería unir el Rímac y San Juan de Lurigancho? ¿O aquellos que mantienen sin funcionar a plenitud el dos veces inaugurado Hospital del Niño?
Río de Janeiro aguarda recibir unos 600 mil turistas y Sao Paulo, donde hoy se realizará el cotejo inaugural, unos 400 mil. Si por las movilizaciones sociales, los organizadores han recomendado que los asistentes a los estadios acudan con seis horas de anticipación, ¿qué hubiéramos tenido que pedir con el caótico tráfico limeño? ¿Acaso pasar la noche alrededor de los estadios? ¿Seríamos testigos del primer WO porque el bus que llevaba a Argentina se quedó atorado entre Angamos y Arequipa?
¿Y habría problemas sociales como en Sao Paulo o el fútbol se encargaría de borrar las diferencias? No olvidemos que dos días antes de la Copa América que organizó nuestro país, en el 2004, la CGTP realizó un paro nacional. ¿No lo recuerda? Va una pista: en la marcha, un por entonces candidato presidencial le lanzó una ‘patadita’ a un manifestante. Sí, es el mismo que años después quiso organizar una olimpiada.
Más barato, y más práctico, sería ponernos a trabajar en serio para armar una selección competitiva. ¿Pero... y Burga?
“Falleció el último peruano que vio a su país en un Mundial”. Más que una jocosa frase parece una atemorizante predicción.