Diciembre es época de promesas y en sus últimos días surgen de sobra. Se las conoce como “resoluciones de Año Nuevo” y son un conjunto de metas y deseos (que por lo general hacen más llevadero nuestro fracaso en el cumplimiento de los del año anterior). Y en política abundan: todos hablan de un mejor futuro sin decirnos, por supuesto, cómo harán para conseguirlo. Sin embargo, más allá de buenos deseos, sí resulta pertinente establecer algunos ejes claves de actuación política para la primera mitad del 2020.
Congreso: su nueva composición determinará si es factible una colaboración con el Ejecutivo a fin de implementar alguna reforma urgente (laboral, de salud o, incluso, que apunte a la mejor ejecución del presupuesto en los distintos niveles de la administración pública). Seguimos sentados sobre millones de soles que no se invierten oportunamente, sea por incapacidad de funcionarios o por reglamentaciones que han devenido obsoletas. ¿Será posible un Parlamento capaz de establecer una agenda conjunta con el Gobierno o le saltará a la yugular pensando en la gran elección del 2021? Hasta el momento parece que estaremos más cerca de lo segundo.
Ejecutivo: a Martín Vizcarra y su gobierno la mayoría de peruanos le dio el visto bueno para disolver un Congreso que venía muy, muy desprestigiado. Eso fue en el 2019, pero en el 2020 será diferente. Es decir, Vizcarra tendrá que doblar la apuesta (trabajar y esforzarse políticamente más) porque aun si llegáramos a tener un Legislativo centrado en poner obstáculos a su administración, la población le exigirá resultados.
Parece evidente que Vizcarra esperará a conocer la composición del nuevo Congreso antes de decidir qué ajustes necesitará en su equipo ministerial. Los últimos tres meses del 2019 han demostrado que varios sectores no caminan al ritmo requerido, que carece de voceros eficientes en áreas sensibles y que la ejecución del presupuesto público está notoriamente retrasada. Incluso su jefe de Gabinete, Vicente Zeballos, está en evaluación dada su escasa trascendencia como operador político en esta etapa de transición entre un Congreso y otro. Pronto veremos si Vizcarra sabe –y se atreve a– tomar decisiones sobre la marcha.
Partidos políticos: con la mira –y el apetito– puesto en la gran elección del 2021. Sin embargo, el 2020 será su oportunidad para convencer al electorado de que un Congreso y una representación mejor son factibles. Fracasar en ello sería la peor noticia para comenzar el año.
La perspectiva es compleja, pero aun así deseo a todos un ¡feliz Año Nuevo!