Misiles que han perdido su trayectoria impactan contra los pisos altos de edificios de departamentos en Kiev, mientras en el campo, MIG 29 ucranianos se dirigen en vuelo rasante a objetivos desconocidos. Tropas ucranianas se echan sobre los puentes del Dniéper en posición de tiro, mientras sus compañeros cruzan buses sobre las pistas y construyen parapetos en los puentes y los embalses del río Desná, esperando detener a las puntas de lanza de las brigadas acorazadas rusas.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, anunció el viernes 25 que buscaría parlamentar con los rusos al día siguiente, produciendo una pausa en la invasión del ejército ruso. Era una treta de guerra, pues, en lugar de eso, ayer Zelenski anunció que sus fuerzas seguirían luchando contra las fuerzas enemigas, que, tras reanudar su avance, han continuado el proceso de sitiar Kiev, la capital ucraniana, habiendo logrado penetrar en algunos lugares de la periferia de la urbe, después de destruir radares y aeropuertos y ocupar con fuerzas aerotransportadas el aeropuerto de Antonov, a 30 km de la ciudad.
Es semejante a lo que ocurre en distintos puntos estratégicos de toda la geografía ucraniana, en este proceso de someter la voluntad ucraniana a Rusia, que es justamente el objetivo de la guerra. Las tropas del Kremlin avanzan hacia el noreste del país desde Crimea, mientras se libran combates en Mariúpol y ya ocuparon las provincias de Lugansk y Donetsk. En el suroeste, tropas de marina rusas luchan en el puerto de Odessa, en la frontera con Moldavia, mientras que al norte se lucha en Járkov y se desarrolla un movimiento de tenazas desde Bielorrusia y Rusia que es aquel que rodea a Kiev.
Pero todo esto es solo una reconstitución parcial de las operaciones dentro de la niebla de la guerra. Lo que sí se ve con profusión es el drama desgarrador de los civiles refugiándose en sótanos y estaciones subterráneas de metro durante los bombardeos, o en gigantescos embotellamientos de tránsito o congestiones en las estaciones de ferrocarril para huir de los combates y dirigirse hacia Hungría, Rumanía o Eslovaquia con sus niños y lo que puedan cargar para subsistir. Qué tristeza y desolación la que trae la guerra. Se ve desintegrarse de un momento a otro la vida cotidiana, las rutinas y las pequeñas alegrías de la vida diaria, para ser reemplazadas por el desconcierto, el miedo y la cólera.
El presidente Zelenski ha entregado 18.000 fusiles automáticos y munición a la población civil para que resistan, tal vez sin advertirles que el derecho internacional establece que los civiles solo tendrían 24 horas de resistencia legal cuando se llegue al término de los combates, después de lo cual serían considerados pasibles de ser sometidos a un juicio sumario y terminar sus vidas contra una tapia.
El presidente estadounidense Joe Biden ha declarado que solo tiene dos opciones: “iniciar una tercera guerra mundial o golpear a Rusia con sanciones”. Las sanciones han sido puestas por todo Occidente, pero extrañamente aún no afectan al gas y el petróleo rusos y es obvio que Rusia las esperaba. Aliada con la China y el Asia central, Rusia tiene mecanismos de resistencia contra sanciones que ya se le aplicaban desde hace años.
Biden también anunció US$ 350 millones en ayuda militar a Ucrania, mientras que Inglaterra y Alemania proporcionaran misiles antitanques para las Fuerzas Armadas ucranianas. Occidente está más indignado que asustado, pues la guerra de Ucrania es la manifestación visible de una lucha por el dominio de Europa y la hegemonía mundial.
El viernes 25, María Zajárova, la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia invocó a Finlandia y Suecia a no abandonar su neutralidad para unirse a la OTAN. La reacción finlandesa ha sido la indignación colectiva. El parlamento finlandés ha recibido una petición constitucional con 50.000 votos digitales de ciudadanos que exigen que Helsinki se una a la OTAN. Por ley, el Parlamento debe votar cuanto antes la petición. Los suecos también han señalado que Estocolmo tiene su propio plan de operaciones, listo para enfrentar una eventual agresión rusa. Mientras tanto la OTAN refuerza a los países bálticos, a Polonia y Rumanía.
Con la guerra de Ucrania, el mundo de hoy, fundado en 1945, está herido de muerte y sin esperanza de recuperación. Ya agonizaba desde la guerra de Kosovo. Sus tratados y declaraciones son letra muerta. Ahora comienza abiertamente la gran pugna del mundo Atlántico contra Eurasia en Europa, el Asia y en todos los continentes. Una pugna sin límites ni reglas. Estamos avisados.
Contenido sugerido
Contenido GEC