Resulta que la prensa, y por ahora nadie más que la prensa, anda en busca real y efectiva del vínculo madre de Martín Belaunde Lossio en sus ilícitos negocios privados.
Inclusive la prudente reacción del gobierno a las revelaciones que comprometen a su antiguo socio político, parece corresponder al hecho de que Belaunde Lossio habría sobrepasado la raya de tolerancia del oficialismo, al descubrírsele haciendo negocios a costa del Estado, desde su condición de prófugo de la justicia.
Ni la Policía Nacional (ahora con especialidad en lavado de activos) ni el Ministerio Público ni el Poder Judicial ni la Procuraduría Anticorrupción (dependiente del Ministerio de Justicia) ni el Congreso parecen estar interesados en seguir el hilo de la madeja de quien convirtió el poderoso rédito ganado con sus aportes económicos y con su asesoría en las campañas electorales del partido de gobierno, en una palanca para su denunciado tráfico de influencias en la esfera del gobierno y del Estado.
Tanto los que ahora toman distancia de Belaunde Lossio como los que riesgosamente lo protegen demandan curiosamente que cualquier eventual propósito de investigarlo pase por el requisito básico de evidentes o probados vínculos con personalidades del gobierno, del Congreso o del Estado.
El que Belaunde Lossio haya intervenido en la adecuación de la Ley de Presupuesto para reactivar el 2013 una partida no gastada del 2012, a favor del Instituto Nacional del Deporte (IPD), con el encubierto propósito de favorecer a una empresa con la que hacía negocios, motivó recientemente la renuncia del presidente de esa institución, Francisco Boza.
Es más: por lo visto Belaunde Lossio estaba tan interesado en el tema presupuestal del IPD que visitó importantes instancias del Congreso por largas horas, comprometiendo, en su paso, a más de un parlamentario dilecto y expeditivo para honrarlo con sus buenos oficios.
No habría otro vínculo madre manejado por Belaunde Lossio que el uso inescrupuloso del Estado para sus negocios privados. No es que haya buscado favorecer al gobierno y al Estado con sus lobbies. Por el contrario, buscaba más bien poner los resortes del gobierno y del Estado a su servicio y, oh maravilla, con la mayordomía dócil de congresistas que ahora se ponen de perfil ante las indagaciones públicas respecto de la actuación del ex operador de campaña de Gana Perú en el 2016 y en la segunda vuelta del 2011.
¿Qué otro vínculo madre esperaría el Congreso para abrir una investigación?
A Belaunde Lossio le bastaba y sobraba la amistad y confianza con la pareja presidencial para que se le abrieran todas las puertas del gobierno y del Estado. ¿Y por qué? Porque nuestros gobernantes de ayer y de hoy no han aprendido a hacer prevención ni control de daño de la amistad y confianza que dispensan.
¡No se quejen entonces! Ahí están las consecuencias de no haber establecido reglas de conducta para sus aportantes de campaña ni evitado, con rigor, el pase de facturas empaquetadas de corrupción.