A pesar de que hasta la víspera se escucharon rumores sobre la posibilidad de que el presidente Pedro Castillo hiciera cambios en el Gabinete encabezado por Guido Bellido, este finalmente se presentó ayer ante el Congreso sin modificación alguna. De esta manera, el Ejecutivo concretó el despropósito de presentarse ante el Legislativo con un equipo ministerial que derrama cuestionamientos por todos lados, sin que medie una mínima intención de enmienda por el nombramiento de personas que, por sus líos con la justicia, falta de experiencia o indulgencia (cuando no admiración) hacia el terrorismo, jamás debieron de ser colocadas en sus puestos.
Así, con la sola presencia de este equipo ministerial en el hemiciclo, el Gobierno dio el primer mensaje de la jornada: que es impermeable a las críticas y, sobre todo, que le interesa poco aquello que la ciudadanía exige, al pasar por alto que el 58% desaprueba al Consejo de Ministros (El Comercio-Ipsos) y que el 79% demanda que se hagan cambios en este (IEP). Ello, a pesar de que durante el debate de la tarde varios legisladores de Perú Libre argumentaron falazmente que “el pueblo pide que este Gabinete encabezado por Guido Bellido empiece a trabajar”, como afirmó el legislador Wilson Quispe.
Pero a este primer mensaje le siguió el pronunciado por el ministro Bellido, en el que abundaron las promesas, pero se obvió explicar cómo pretendían cumplirlas, y se insistió con algunos despropósitos ideológicos que amenazan con traer más problemas que soluciones.
En materia económica, por ejemplo, el titular del Gabinete aludió a diversas medidas para recuperar el empleo perdido durante la pandemia y a otras que, a su juicio, mejorarán las condiciones de los peruanos. En ese sentido, aseguró que promoverán “el incremento de la remuneración mínima vital en consenso con las organizaciones representativas de empleadores y trabajadores”, una medida poco conveniente en un contexto en el que la crisis gatillada por el COVID-19 ha afectado la capacidad de contratación de las empresas y cuando lo último que necesita un sector privado tan golpeado por la pandemia son más costos. De hecho, el ministro argumentó que “los derechos laborales en ningún caso deben ser reducidos a sobrecostos o simplificados a requisitos formales”.
El presidente del Consejo de Ministros también se refirió al Banco de la Nación y propuso que este pase a proveer “todos los servicios bancarios disponibles a tasas competitivas” y que todo ciudadano, al cumplir la mayoría de edad, acceda a una tarjeta de la referida entidad. En otras palabras, en lugar de que solo las instituciones privadas sean las que asuman riesgos a la hora de dar préstamos o créditos (como viene ocurriendo), ahora el riesgo lo asumirá también el erario nacional que los peruanos financiamos con nuestros impuestos. Y en general, el discurso no llegó a detallar cuál sería el camino para lograr mucho de lo que se planteó.
Tampoco faltaron, por supuesto, las afirmaciones que lucieron francamente inverosímiles. El ministro Bellido, por ejemplo, señaló que “el Gobierno tiene un firme compromiso con la lucha frontal contra el terrorismo”, algo que, viniendo de una persona que ha elogiado a terroristas en el pasado reciente, que tiene él mismo una investigación penal abierta por dicho delito, y cuyo ministro de Trabajo aparece en atestados policiales con criminales de la calaña de Edith Lagos, suena bastante irónico (por decir lo menos). Al mismo tiempo, el titular de la PCM hizo mención a la lucha contra la corrupción, cuando el partido que él integra y que se halla en el Gobierno, Perú Libre, tiene como secretario general y fundador a una persona sentenciada precisamente por este delito.
Hoy se debe reanudar el debate en el que se decidirá si se le da o no la confianza al equipo ministerial (aunque todo parece indicar que ocurrirá lo primero). Más allá del desenlace de la jornada, empero, ha quedado claro que al Gobierno le importa muy poco asumir que el Consejo de Ministros que ha conformado es un desastre sin atenuantes.
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