Editorial: Gasto permanente, solución transitoria
Editorial: Gasto permanente, solución transitoria

La reducción de la pobreza debe ser un objetivo no solo estratégico, sino también político, de cualquier gobierno. La actual administración levantó esta bandera desde sus inicios y muchas de las simpatías que obtuvo entonces, y aun ahora, se deben a ello.

Los esfuerzos se enfocaron hacia programas de ayuda social, o sea de subsidios directos a segmentos específicos de la población. Incluso, se creó el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) para administrar esos recursos.

Esta estrategia de lucha contra la pobreza se encuentra en una encrucijada. La inflación registra niveles más allá del rango meta (3,5%), el déficit fiscal será el mayor registrado en más de una década (2,7%) y la producción crecerá menos de lo previsto (2,8%, aproximadamente). En este contexto, ¿cómo gastar más fondos para financiar los programas sociales?

El gobierno ya adelantó que aumentará el presupuesto para el gasto social a 5.360 millones de soles para el 2016. Es casi el doble de la cifra registrada en el 2013. A pesar de este esfuerzo fiscal, la pobreza no se ha reducido a tasas significativas en esos años.

El año pasado estuvo en situación de pobreza el 22,7% de la población. En otras palabras, casi 7 millones de peruanos tienen un nivel de gasto inferior al costo de la canasta básica de consumo, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

Si bien se ha avanzado cada año en reducir el porcentaje de pobres, esos avances se venían dando de la misma forma antes de la política de programas sociales impulsada por este gobierno. 

Del 2009 al 2011, por ejemplo, la pobreza pasó de 33,5% a 27,8%. En esos tres años se redujo en 5,7 puntos porcentuales. Del 2012 al 2014, dicha incidencia pasó de 25,8% a 22,7%, es decir, se redujo en 3,1 puntos porcentuales. 

Los programas sociales llegan a muchas personas que están en dificultades severas o que no tienen oportunidades. La estrategia de aumentar el gasto para reducir la pobreza, sin embargo, no está dando resultados, al menos no a la velocidad deseada.

Lo que pasó en los años de comparación tiene que ver con una sensible diferencia en las tasas de crecimiento de la economía. Del 2009 al 2011 la producción aumentó a una tasa promedio de 5,6%, mientras que del 2012 al 2014 lo hizo a una tasa promedio de 4,6%.

La mayor velocidad en la reducción de la pobreza corresponde a una mayor velocidad en el crecimiento de la producción. El aumento del gasto público en programas sociales no corresponde con una mayor velocidad en la reducción de la pobreza. 

Al margen, entonces, de lo que los gobiernos planteen como políticas de ayuda social, el objetivo principal en la lucha contra la pobreza debe ser asegurar el crecimiento económico del país.

Por otro lado, no se debe confundir atender a los pobres con reducir la pobreza. ¿Qué pasa con un beneficiario del programa Juntos, por ejemplo, cuando deja de recibir el subsidio? ¿Sale de la pobreza? ¿O vuelve a estar debajo del consumo mínimo?

Hay que plantearse, entonces, no solo el problema de atender a los pobres, sino de sacar a los pobres de la pobreza. La diferencia entre un subsidio directo y un puesto de trabajo es cómo se sostienen ambas situaciones. La del subsidio se sostiene por mayor gasto; la del empleo, por mayor producción.

La perspectiva en la estrategia de los programas sociales es siempre elevar el gasto. Obviamente, los gobiernos quieren atender a más pobres. Eso significa, inevitablemente, aumentar cada año el gasto en estos programas.

En un país en el que no hay dinero para interconectar a las comisarías o para techar las escuelas rurales, se tienen que plantear estrategias imaginativas y efectivas no solo para atender a los pobres, sino para sacarlos de la situación en que se encuentran, sin distorsionar el gasto público.

El gobierno puede hacer mucho por el crecimiento. Especialmente, en un país donde hay tantas carencias y se requiere invertir tanto para cubrir las brechas económicas.Este gobierno no ha apoyado la inversión y, en cambio, ha apostado al gasto en los programas sociales. Es hora de hacer una evaluación serena de los resultados y replantear lo que haya que replantear y resolver lo que hasta ahora tenemos que resolver: la pobreza de 7 millones de compatriotas.