La decisión del presidente de Kuczynski de citar a sus ministros a cumplir con una rutina de ejercicios en el patio de honor de Palacio de Gobierno antes de la primera sesión de gabinete provocó el jueves una pequeña tormenta política. Desde varios sectores, la idea fue considerada un gesto destinado esencialmente a captar el interés de las cámaras (como, en efecto, ocurrió), al que no había que darle demasiada importancia. Pero en el fujimorismo no dejaron pasar la ocasión para hacer una vez más evidente la irritación que les suscita cualquier iniciativa en la que esté involucrado el gobierno.
Y no es que la del último jueves no pudiese motivar que algunas personas levanten una ceja. Después de todo, es posible cuestionar, por ejemplo, que el Consejo de Ministros haya puesto el énfasis en su matutina actividad aeróbica mediante el pronunciamiento de tres integrantes del gabinete (el primer ministro, la titular de Salud y el titular de Educación) y del propio Presidente de la República, mientras que los anuncios sobre asuntos de seguridad ciudadana, que se dieron horas más tarde, comprometieron solo al ministro del Interior y al señor Zavala. Hay un criterio de acentos, se diría, que podría no estar adecuadamente administrado.
Pero en Fuerza Popular no se fijaron en nada de eso. Sus observaciones sobre lo que las cámaras registraron esa mañana fueron, más bien, triviales o descabelladas. El parlamentario Héctor Becerril comentó, en efecto, que no era ni el lugar ni la hora para una actividad de ese tipo. “Es la hora en la que ya estamos trabajando”, dijo. Y añadió: “es como si [yo] viniera al Congreso a hacer ejercicios. Nos pagan para trabajar”. Mientras que su compañera de bancada, Karina Beteta, criticó la circunstancia de que las marcas de las zapatillas y los buzos usados por los miembros del Ejecutivo no fuesen nacionales. “¿Cómo el ministro de la Producción fomentará la Marca Perú exhibiéndose con marca extranjera?”, anotó en primera instancia. Para luego recalcar: “El presidente que representa a todos los peruanos debería de empoderar al empresario peruano; entonces lo que significa es que las ropas deportivas tienen que promocionar producto peruano, no pues, Nike o Adidas”.
Es evidente, sin embargo, que tanto el presidente como los ministros pueden escoger en qué momento del día hacen una pausa en su jornada laboral para practicar deportes y que lo lógico es que acometan los ejercicios con los buzos y zapatillas que tenían en casa desde antes de incorporarse al gobierno. Y que, por lo tanto, respecto de aquellos que los derrotaron en las últimas elecciones, parece haber en el fujimorismo una difundida actitud de aquello que suele describirse con la expresión ‘díganme de qué se trata para oponerme’.
En su ciega arremetida, además, los mencionados representantes de Fuerza Popular no se han dado cuenta de que, aun en la eventualidad de que el oficialismo hubiese estado efectivamente buscando llamar la atención e incrementar su popularidad con gestos anecdóticos, han encajado una derrota política, pues pasaron en pocos días de hacer un reclamo sólido –a raíz de las declaraciones del presidente respecto a “jalarse” algunos congresistas de la bancada naranja– a enfocarse en uno baladí, que se detiene en los horarios y los implementos de las prácticas deportivas del mandatario y su equipo ministerial.
Una oposición así, que luce empeñada en condenar al gobierno al inmovilismo hasta en asuntos tan menudos como este, da la impresión de estar padeciendo la misma frivolidad que censura. Y lo más preocupante es que no da señas de estar dispuesta a cambiar.