El presidente Martín Vizcarra anuncia nuevas medidas para la contención del COVID-19 el último miércoles 12 de agosto, desde Palacio de Gobierno. (Foto: Sepres).
El presidente Martín Vizcarra anuncia nuevas medidas para la contención del COVID-19 el último miércoles 12 de agosto, desde Palacio de Gobierno. (Foto: Sepres).
Editorial El Comercio

Durante sus discursos, el presidente ha tomado la costumbre de hacer referencia al reconocimiento de errores que su administración habría tenido durante el manejo de la actual crisis. Es, sin duda, una práctica saludable y humilde admitir equivocaciones y, en consecuencia, enmendar el rumbo. En sus alocuciones, sin embargo, aparte de la salida alternada de hombres y mujeres, no queda claro exactamente a qué errores se refiere el gobernante y, por lo tanto, qué está realmente corrigiendo.

En el campo económico, el inicio de la segunda etapa de , el programa de créditos a empresas con liquidez del BCRP y garantías del Tesoro Público, ha sido igual o más lento que la primera etapa. La política económica en general, que daba la sensación de ganar aire fresco con el Gabinete liderado por , parece volver ahora más bien al status quo. Tanto en el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) como en el Ministerio de Energía y Minas (MEM), por ejemplo, los nuevos titulares son conocidos de la casa que difícilmente se apartarán de las líneas tradicionales de sus respectivos ministerios, aun si la situación de emergencia lo amerita. El nombramiento de un hombre de confianza del presidente y ministro anterior, , al frente de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) confirma esta tendencia.

En el campo de la salud, el retorno a las restricciones de movilidad los domingos –sin que medie algún documento público y técnico que valide la pertinencia de la medida– es también una mala señal. La disposición daña a negocios que invirtieron en su reapertura y que necesitan urgentemente de las ventas de cada día de la semana para mantenerse vigentes. Algunos, como los restaurantes y comercios, dependen fuertemente de las ventas de los domingos. El Gobierno, así, estaría buscando nuevas soluciones en la misma caja de herramientas que ha demostrado ser poco efectiva.

Más aún, el anunciado regreso –aunque finalmente – de al Ejecutivo como consultor de la PCM en la estrategia de lucha contra el COVID-19, deja serias dudas sobre el verdadero espíritu de enmienda del Gobierno. Es cierto que la actual administración heredó un sistema de salud débil y una economía altamente informal, pero eso no puede justificar del todo que el Perú sea ya el sexto país del mundo con más contagiados de COVID-19 y el tercer país con más muertes a causa de la enfermedad por millón de habitantes. Peor aún, la política de salud del Gabinete anterior fue errática y no dejó una ruta clara para su reemplazante, , que ha empezado recién a corregir las cifras de fallecimientos y a priorizar una estrategia basada en pruebas moleculares fiables. Los errores de gestión, pues, han sido gruesos, y se perdieron meses y vidas en el camino. Por ello, no se entiende que se haya intentado abrir nuevamente la puerta a quien lideró el ministerio responsable de la salud de los peruanos y dejó estos resultados.

Admitir sinceramente las equivocaciones no es una señal de debilidad. Es, más bien, una indicación de responsabilidad y madurez. Si el Ejecutivo desea recuperar parte de su credibilidad que ha sido golpeada por los pobres resultados obtenidos en todos los frentes, haría bien en prestar más atención a las críticas constructivas que pueden llegar de uno u otro lado. En eso consiste el liderazgo que hoy requerimos.

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