Ayer, en la sección Portafolio, publicamos una nota de nuestro periodista Darwin Cruz que dio cuenta de cómo Colombia avanza con una velocidad que, especialmente en estos días de malas noticias económicas, sin duda desearíamos que tuviese el Perú. Según las cifras oficiales anunciadas en junio por su ministro de Hacienda, durante el primer trimestre del año su economía reportó un crecimiento de 6,4%, el más alto de América Latina durante dicho período y uno de los más altos del mundo. Lo más sorprendente es que no se trata de una recuperación que sigue a una época de recesión, sino que estamos presenciando una intensificación de la velocidad de crecimiento: durante el 2012 Colombia creció 4%, el 2013 4,3% y, al notable ritmo que va, la proyección para este año es de un 4,7%. Todo esto, además, en plena etapa electoral, época en la cual lo natural es que los inversionistas sean especialmente cautos y pisen el freno en espera de confirmar cuál es la dirección por la que el nuevo gobernante terminará enrumbando al país. Se trata, sin duda, de un rotundo éxito de nuestro vecino.
Según las distintas personalidades cuya opinión recogió la nota de Darwin Cruz, la receta de Colombia no es un secreto. Desde hace ocho años nuestro socio en la Alianza del Pacífico habría tomado una serie de medidas para incentivar la inversión privada. Y bien haríamos en prestarles atención a ellas para despejar las dudas acerca de lo que debemos hacer para que no siga disminuyendo la velocidad de nuestra economía, especialmente cuando esta nación crece pese a que también enfrenta una coyuntura en la que sus exportaciones se han reducido.
Por ejemplo, Colombia ha trabajado de forma decidida en mejorar la eficiencia del Estado en todas las áreas que evalúa el informe Doing Business del Banco Mundial: apertura de una empresa, obtención de permisos de construcción, registro de propiedad, pago de impuestos, facilidad del comercio fronterizo, entre otros. Esto ha llevado a este país, entre otras cosas, a ocupar el puesto 6 de 184 naciones en protección a inversionistas, 24 en facilidad para conseguir licencias de construcción y 25 en resolución de procesos de insolvencia, mientras que el Perú ocupa los puestos 16, 117 y 110 en estas mismas categorías, respectivamente. Si bien sí hay otras en las que nuestro país logra mejores resultados que Colombia, lo destacable es cómo nuestro vecino ha avanzado en estos últimos años en distintas categorías de este ránking y logrado el liderazgo en varias muy importantes, a diferencia del desempeño del Perú, que por ejemplo cayó 20 puestos solo en el último año en la categoría de permisos de construcción.
Colombia, además, ha creado un clima de negocios adecuado para captar 1,7 veces más inversión extranjera que nosotros. Para fines del 2013, esta llegó a US$128 mil millones en el vecino país, mientras que por estos lares alcanzamos solo US$76 mil millones. Las principales inversiones se encuentran en hidrocarburos y minería, dos sectores que en el Perú se han desacelerado fuertemente en los últimos tiempos en parte por la tremenda carga regulatoria y la inestabilidad que generan los conflictos sociales.
Por otro lado, el Gobierno Colombiano ha tenido la seriedad de enfrentar dos problemas que son comunes en la región y particularmente graves en el Perú: los gravosos regímenes laboral y tributario. En ambos casos, en aras de fomentar la formalización de los trabajadores y las empresas, Colombia ha reducido los sobrecostos de manera notable. Una reforma que, por supuesto, requiere comprarse un pleito político que en nuestro país el gobierno no quiere, no puede o no está dispuesto a asumir, pero que al norte sí se compraron y con auspiciosos resultados.
Finalmente, en Colombia el Estado parece ser bastante más eficiente y ambicioso que el nuestro para el desarrollo de la infraestructura que conecta a la gente y facilita los negocios. Su plan de nuevas concesiones para el período 2015-2020 alcanza los US$25 mil millones, mientras que acá solo llega a los US$10 mil millones.
¿El desarrollo se logra ritmo de vallenato? Puede ser, aunque nosotros también lo hemos logrado a ritmo de vals criollo. Lo que no debemos olvidar es que el secreto es que la pareja de baile sea la inversión privada.