Quizá el adjetivo más adecuado para describir el comportamiento de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y, en particular, de la primera ministra Mirtha Vásquez, en el sainete desatado en torno del cierre de cuatro unidades mineras en Ayacucho, sea el de ‘irresponsable’. Llama la atención que a ese nivel del Gobierno se puedan manejar con tanta ligereza. Peor aún, cuando representan a una administración que, desde la época de la campaña, despertaba fundados temores económicos. Temores que, en honor a la verdad, no han terminado de despejarse.
Como se recuerda, el viernes pasado, la ministra Vásquez acudió a Ayacucho para suscribir una serie de compromisos con representantes de las comunidades de las provincias de Parinacochas, Lucanas y Páucar del Sara Sara. Lo que se discutía en el lugar era el cierre de las operaciones mineras Apumayo, Breapampa, Inmaculada y Pallancata, ubicadas en cabeceras de cuenca.
Como explicamos en esta página el domingo, todas las unidades mineras están obligadas a presentar una fecha de cierre desde el inicio de sus operaciones que no suele ser definitiva porque en ese momento no se conocen los recursos disponibles en el subsuelo. Lo común es que estos calendarios se vayan actualizando regularmente. De hecho, como ha explicado Carlos Gálvez, extitular de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), esta dinámica ha permitido que, por ejemplo, minas como Buenaventura puedan operar en el país desde hace seis décadas.
Sin embargo, para el caso de las cuatro minas mencionadas anteriormente, la jefa del Gabinete fue rotunda en su pronunciamiento del pasado viernes. “No va a haber más ampliación, ninguna ampliación más, ni para procesos de explotación, de exploración e, incluso, para cierre de minas”, señaló, para luego añadir que, “en este momento, con las empresas, vamos a exigirles que terminen y cierren”. “Algunas [empresas] nos quieren negociar que, bueno, su cierre les dejemos hasta el 2025. No. Vamos a hacer un cierre lo más inmediato posible”, reiteró. Como se ve, las afirmaciones de la primera ministra fueron tan claras que no cabe interpretación errónea de ellas.
Dos días atrás, no obstante, la PCM difundió un comunicado en el que, entre otras cosas, descartaba “el cierre y solicitud de retiro unilateral de las operaciones de las unidades mineras” y señalaba que “las empresas mineras pueden solicitar prórrogas, extensiones y modificaciones a sus permisos para explorar y explotar en estricto apego a lo que establece la normativa vigente”. El documento fue el colofón del diálogo sostenido entre la ministra Vásquez y otros funcionarios del Ejecutivo con representantes de la SNMPE y la minera Hochschild (a cargo de las minas Inmaculada y Pallancata).
Consultada horas después por esta enmienda en una entrevista en TV Perú, la jefa del Gabinete afirmó lo siguiente: “Ha habido una serie de controversias. Yo creo que, además, un hecho que, en realidad, se pudo desde un inicio tratar de mejor manera se ha ido tergiversando con las comunicaciones que ha habido y eso probablemente ha provocado una crispación de alguna de las partes”. Para luego ensayar un ‘mea culpa’. “Quiero asumir la responsabilidad de que tenemos que ser muy cuidadosos y a lo mejor, eso sí, comunicacionalmente nos faltó decir y especificar que cada caso es diferente”, agregó.
La realidad, sin embargo, es que esas ‘tergiversaciones’ a las que alude la primera ministra no fueron provocadas por nadie más que por ella misma. Aquí no hubo malas interpretaciones; aquí hubo mensajes contradictorios y una gran irresponsabilidad de su parte. No se entiende, por otro lado, cómo pudo formular compromisos tan categóricos una semana atrás con las comunidades (a las que ha empeñado su palabra) sin sentarse a dialogar antes con las empresas (que se enteraron de los acuerdos suscritos en Ayacucho por las redes sociales).
El problema es que esa falta de cuidado a la que alude la ministra Vásquez no es solo un desliz. Enredos como el que ella ha propiciado le restan credibilidad a un gobierno que no tiene excedentes de esta y provocan más zozobra de la que ya existe sobre sus planes en materia económica.
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