Editorial El Comercio

Las noticias sobre parlamentarios que piden licencia en el Legislativo para emprender viajes sin mucha utilidad a la vista indignan, pero ya no sorprenden. Todos recordamos, por ejemplo, las expediciones a y en las que se embarcaron el año pasado congresistas de toda procedencia y a las que sus posteriores elaboraciones retóricas no consiguieron prestar relevancia. La circunstancia de que el traslado, los alimentos y el alojamiento no fuesen financiados con dineros del Parlamento y corriesen por cuenta de los gobiernos o empresas privadas que les cursaron la invitación, además, nunca constituyó el dato tranquilizador que ellos querían, sino, más bien, una fuente de merecedoras de investigación.

En general, existía y existe en la opinión pública la sensación de que los congresistas buscan cualquier excusa para dejar de lado sus responsabilidades para irse a hacer turismo. Un empeño ciertamente alejado de aquello que les prometieron a sus electores a la hora de pedirles el voto durante la campaña y de las razones por las que cobran un sueldo mensualmente.

A raíz de una información revelada en los últimos días , hemos conocido, sin embargo, una nueva marca en lo que al morro que caracteriza a esta práctica se refiere. En noviembre pasado, efectivamente, los legisladores Paul Gutiérrez y Germán Tacuri () pidieron licencia para participar en la “Segunda audiencia pública para la regulación de los fenómenos aéreos no identificados” (un nuevo nombre para aquello que antes se designaba con el término ‘ovni’) en la Cámara de Diputados mexicana. Ni estaban de vacaciones ni los asuntos que se verían aquellos días en el pleno eran de poca importancia –la presentación del entonces ministro del Interior, Vicente Romero, para responder por el incremento de la inseguridad en el país, y la votación del informe que recomendaba destituir a los siete integrantes de la Junta Nacional de Justicia–, pero ellos igual estimaron conveniente ausentarse.

La cita en México, hay que decir, era particularmente estrafalaria, pues incluía la presentación de las que años atrás se reportaron como “descubiertas” en Nasca: una farsa de pretensiones científicas desbaratada hacía ya tiempo por el Instituto de Medicina Legal en nuestro país. “Lo que descubrimos fue que la presunta piel estaba compuesta de una mezcla de pegamentos, fibra vegetal, papeles molidos, gomas […] y que los huesos sobre los cuales se habían montado eran de animales, es decir, les habían cortado la parte del hocico y habían usado solamente el medio del cráneo, y en la parte posterior, donde está el occipital, habían elaborado la cara de estos extraterrestres”, relató años atrás a El Comercio. Difícil imaginar una descripción más explícita de un ejercicio de charlatanería.

En el informe sobre sus actividades en México, no obstante, el congresista Gutiérrez sostuvo que la iniciativa de los diputados mexicanos que buscaba reformar la Ley General de Transparencia y Acceso a la información Pública para contribuir con el esclarecimiento de los fenómenos aéreos no identificados “es pionera en el mundo y de interés para nuestro país, puesto que el Perú es uno de los países que reporta permanentemente fenómenos de avistamientos, vestigios, momias, fenómenos ovni, y otros eventos que han causado gran interés de la comunidad científica del mundo y de los especialistas en ufología”.

La primera reacción que esto suscita es, por supuesto, calificar lo ocurrido de disparate. Pero, en realidad, estamos ante bastante más que eso. Estamos, como decíamos al principio, ante la más burda y, al mismo tiempo, acabada manifestación de la vocación de buena parte de los congresistas actuales por hacerse de cualquier coartada para abandonar el trabajo y ponerse a holgar. Ya ni siquiera se intenta maquillar el pretexto con argumentos económicos o de política internacional. Aquí simplemente se echa mano de las fábulas sobre extraterrestres para hacer maletas e irse de paseo. ¿Qué es lo siguiente? ¿Un viaje al Tíbet para discutir sobre las posibilidades de que el yeti tenga un pariente en los nevados andinos?

Los legisladores Gutiérrez y Tacuri tienen que dar explicaciones al país y no podemos aceptar que nos vengan a contar una crónica marciana.

Editorial de El Comercio