Editorial El Comercio

La convulsión social en debido a la falta de combustibles amenaza con poner en jaque el gobierno de en las próximas semanas. Después de años de ser una potencia regional en la exportación de gas, el país altiplánico se encuentra hoy producto de un modelo económico que muchos advirtieron era insostenible, pero que las autoridades se negaron a corregir. Lo que vemos hoy no es otra cosa que un desastre anunciado.

Este, por cierto, tiene un responsable claro: , que gobernó el país entre el 2006 y el 2019. Pero ello no significa que Arce sea inocente, como está tratando de retratarse en los últimos días. Él, no lo olvidemos, fue ministro de Economía de Morales cuando se sentaron las bases del desastre que vemos ahora.

Para explicar lo que ocurre es necesario volver al 2006, cuando el MAS llegó al poder. Ese año, Morales nacionalizó la producción de hidrocarburos e impuso nuevas condiciones en los contratos de exploración en el sector. Durante años, el MAS utilizó los ingresos del gas para financiar programas asistencialistas y subvencionar productos como el combustible con cierto éxito. Pero las nuevas condiciones decretadas –que incluían más trámites, el permiso del Congreso para empezar a operar y destinar el 50% de los ingresos brutos al Estado Boliviano– desalentaron la inversión en exploración para encontrar nuevos yacimientos. Así, las reservas se fueron secando, pero las autoridades se negaron a dejar de gastar como venían haciéndolo, lo que llevó a Morales a echar mano de las reservas internacionales para compensar el déficit, con lo que el país se quedó sin los dólares que hoy necesita con urgencia para importar combustibles.

Además, Bolivia no es más un país atractivo para las inversiones en el sector, “porque hay mucha burocracia y por los temores a otra nacionalización como la del 2006″, en palabras de Lian Lin, analista de la Unidad de Inteligencia de “The Economist”. Según ha contado el expresidente de la CAF, Luis Carranza, en el 2017 él le advirtió a Morales sobre los riesgos de su modelo económico, pero este le respondió que las cosas funcionaban.

Hoy vemos las consecuencias de esa miopía. Se cree que la crisis empujará a un grupo considerable de bolivianos a migrar a los países vecinos, entre ellos el nuestro. Ojalá que Bolivia sirva como un espejo para quienes creen que el modelo económico de Morales era el correcto.

Editorial de El Comercio