Dos días atrás, el defensor del Pueblo, Josué Gutiérrez, fue abordado por la prensa que le consultó por la dramática situación en Venezuela. Como sabemos, para ese momento las pruebas del fraude perpetrado por el chavismo se amontonaban por todos lados, al punto de que el Centro Carter, considerado por muchos el más fiable de los escasos observadores a los que se les autorizó auditar el desarrollo de los comicios, había emitido un demoledor pronunciamiento concluyendo que la elección del domingo “no puede ser considerada como democrática”. Hasta ahora, vale mencionar, el órgano electoral afín a Nicolás Maduro no ha podido mostrar las supuestas actas que lo dan como ganador.
Para Josué Gutiérrez, sin embargo, las cosas están poco claras. “Es imprudente de parte de cualquiera pronunciarse antes que esté supervisado, adecuado o fiscalizado, ese dato que sale del sistema”, sostuvo, para luego añadir, ante la pregunta de si Maduro es o no un dictador, que sería “poco serio en advertir una cosa que podría ser condicional”. Para completar esquivando la interrogante directa de si Venezuela vive bajo el influjo de una tiranía: “Ha habido elecciones [y], si hay un proceso electoral, estos solamente se dan en gobiernos democráticos”.
Sus declaraciones podrían ser anecdóticas si no fuera porque hablamos nada menos que de un funcionario encargado de velar por los derechos de los ciudadanos. ¿Qué clase de defensa va a efectuar alguien incapaz de condenar una dictadura tan evidente? ¿Cómo se comportaría la institución que él preside si en el Perú alguien intentara robarse las elecciones de una manera igual de descarada que el chavismo?
Todos sabemos que Gutiérrez llegó al cargo por su afinidad con el prófugo Vladimir Cerrón y no por sus conocimientos sobre derechos humanos. Pero no hace falta ser una lumbrera para darse cuenta de que en Venezuela existe una tiranía que intenta ningunear la voluntad de los ciudadanos. Con sus declaraciones, Gutiérrez queda evidenciado, más que como defensor del Pueblo, como un pobre defensor del chavismo.