La ciudad presenta el aspecto más guerrero que jamás se haya visto. Por la avenida Unter den Linden desfilan interminables batallones de tropas de todas las armas. Un enorme gentío presencia el desfile. Las gentes se abrazan y aclaman al emperador igual que al príncipe heredero, que es el héroe del día. El emperador sale a un balcón de palacio y el pueblo delira con su presencia. El káiser dice que Alemania, si es necesario, combatirá contra el mundo entero y que tiene confianza en el éxito final, pues su Ejército y Marina luchan con inigualable heroísmo.