Buenos Aires está en plena efervescencia. La guerra europea la ha impactado como cosa propia. Se vive una gran crisis, pues para un país como la Argentina, cuya vida y prosperidad se basan por entero en las colosales retribuciones de su incesante exportación, debe haberles chocado tremendamente que los bancos suspendan sus créditos y el oro tienda a emigrar. Las cosechas se estancan. Los artículos alimenticios suben. En un país productor de trigo los depósitos se hallan abarrotados por falta de medios seguros de exportación. Lo mismo sucede con la carne. También falta el carbón.