Ricardo Uceda

El 19 de diciembre del 2023 hizo noticia una marcha conjunta de organizaciones sindicales y empresariales en contra de la delincuencia y en favor de la paz. Desfilaron la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), la Cámara Peruana de la Construcción (), la Confederación General de Trabajadores del Perú (), la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas, la Confederación Nacional de Mototaxis del Perú, la Federación de Trabajadores en Construcción Civil del Perú (FTCC), la Sociedad Nacional de Industrias () y la Asociación de Exportadores. Este largo recuento muestra que había manifestantes de distintas vertientes ideológicas para resolver un problema común.

El último 19 de marzo, el mismo grupo, con más aliados, ofreció una conferencia de prensa para dar a conocer propuestas ante la crisis de seguridad. Es posible que caigan en saco roto. Pero los dos eventos forman parte de un fenómeno singular en el escenario social, y su desarrollo podría tener un enorme impacto en la política peruana. Es oportuno explicarlo en estos días cruciales para la tambaleante presidencia de Dina Boluarte.

Hay que retroceder a 1996, cuando el gobierno de Alberto Fujimori flexibilizó la política laboral. Los trabajadores de la construcción fueron obligados a negociar sus pactos obra por obra y ya no por rama industrial, como hacían a través de la FTCC. Sobrevinieron varios años de lucha sindical, con huelgas y movilizaciones, para que el estatus anterior retornara. En el 2003, el Tribunal Constitucional determinó que la negociación debía hacerse por rama. Los dirigentes de la FTCC y Capeco, luego de siete años de pugnas, hubieron de sentarse a buscar acuerdos para resolver cuatro negociaciones colectivas acumuladas. Lo lograron salvando un sinfín de dificultades. Fue el comienzo de los “20 años de diálogo con resultados”, como ambas instituciones llaman ahora, orgullosamente, a su experiencia.

Había un interés mutuo. En un contexto de crecimiento económico, los empresarios ganaron más dinero con la paz laboral y los dirigentes sindicales lograron sustantivas mejoras salariales. El 19 de octubre del 2023, en el acto conmemorativo del primer acuerdo, Luis Villanueva, presidente de la CGTP –a la que pertenece la FTCC–, dijo que los aumentos de los trabajadores en las dos décadas superaron en 50% a la inflación acumulada. Villanueva, como líder de la federación, había sido uno de los padres del proceso. Sostuvo que dos valores fundamentales fueron la voluntad de ambas partes y la elección de posibles acuerdos factibles, cuyo cumplimiento posterior infundió confianza. Para el presidente de Capeco, Jorge Zapata, la construcción de confianza fue lo decisivo. Ambos dirigentes empezaron reflexionando sobre la falta de concierto entre los peruanos desde el surgimiento de la nación. En un momento determinado, Zapata dijo:

−No entiendo cómo empresarios y trabajadores de construcción civil tienen más puntos en común y más acuerdos que dos partidos de derecha.

Conforme pasaron los años, el rango de los acuerdos fue extendiéndose de lo salarial a los temas de seguridad en el trabajo, la educación de los hijos de los trabajadores y hasta incluyó una carta a la OIT para patrocinar mejoras en ciertas condiciones laborales. Pero después saltó a las políticas públicas. Esto coincidió con el asesoramiento a la CGTP y la SNI de Moondial FNV, la mayor confederación de los trabajadores de los Países Bajos, que apoya a sindicatos en todo el mundo para mejorar sus procesos de negociación. En Holanda hay una poderosa concertación entre empresarios y trabajadores, que se originó en los encuentros entre ellos, a veces en la prisión, durante la ocupación nazi. En 1945, dos días después de terminada la Segunda Guerra Mundial, con el país en escombros, ambos sectores crearon la Fundación del Trabajo, para construir acuerdos permanentes. Mientras Holanda se convertía en una de las 10 economías más competitivas del mundo, su modelo de diálogo social empezó a difundirse. Extrañamente, uno de los países donde prendió fue el Perú.

Uno de los asesores de Moondial FNV, Samuel Machacuay, empezó a conversar sostenidamente con los dirigentes de la CGTP, quienes ya estaban convencidos que solo con paros y huelgas no podrían obtener resultados. Pero no se relacionaban con los empresarios. Machacuay decía que lo primero y más importante era crear confianza entre las personas. En un período que transcurrió entre el 2008 y el 2014 diversos dirigentes dialogaron en privado antes de obtener el primer resultado. Hay que mencionar, de la CGTP, a Mario Huamán (ya fallecido), Juan José Gorriti, Carmela Sifuentes y Luis Villanueva. De la SIN, a David Lemor, Luis Salazar, Roberto Nesta y José Naranjo. Luego de esos años, entre ellos logró construirse una relación de confianza para dialogar. El primer resultado se produjo cuando la CGTP obtuvo que los empresarios participaran en una marcha por la paz, en un período en que había numerosos dirigentes de construcción civil asesinados por la delincuencia. A su vez, la CGTP participó en una conferencia sobre diversificación productiva que la SIN organizó a propósito de su aniversario.

El siguiente hito fue una invitación de seis días a Holanda que hizo el FNV a una delegación de los máximos dirigentes de la SNI y la CGTP, AGAP y Capeco. Durante intensas jornadas conocieron los detalles del diálogo social y sus resultados en los Países Bajos. Además, conversaron más entre ellos. Los dirigentes de la SIN y la CGTP regresaron resueltos a fundar la Asociación por el Trabajo, para promover mediante el diálogo el desarrollo social y económico del país, entre otros objetivos complementarios. Las reuniones para hacer el estatuto se hicieron en la casa del embajador holandés. Establecía que ambas organizaciones tendrían igual representatividad, con solo un voto por cada lado, al margen del número de sus delegados. Como chocaron con las normas registrales, que impedían a una asociación (SNI) y a una central sindical (CGTP) fundar otra asociación, decidieron funcionar, de hecho, en silencio, produciendo propuestas de reformas sobre capacitación, seguridad y salud laboral, que aún no han sido adoptadas por el Estado. Suscribieron, además, un pacto social por el trabajo decente a través de la industrialización.

Llegó otra invitación para visitar Holanda, esta vez por tres semanas, que igualmente aceptaron los principales dirigentes. Examinaron todo el sistema, hasta el presupuesto para una actividad denominada “conversaciones de cocina”. Alguien preguntó por qué era tan alto. Le contestaron que cuando se iba a proponer un tema difícil, el dirigente interesado invitaba al líder de la contraparte a su casa. Cocinaban juntos mientras aproximaban posiciones. En el Perú no se ha llegado a tanto, pero la Asociación por el Trabajo ha pasado a considerar la preparación de propuestas de ciertas reformas fundamentales –una de ellas, precisamente la de inseguridad ciudadana– con su método de consensuar el objetivo deseado y luego buscar a los expertos idóneos para formularlas. La fuerza de una propuesta con este origen, más que su componente tecnocrático, es que los autores son miembros de distintas vertientes ideológicas. Mediante un trabajo político pueden hacer triunfar su consenso. Algo de verdad tiene el dicho humorístico de que la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas.

Ante la crisis institucional, el desarrollo de este proceso es providencial. Por un lado, hay una inoperancia de organizaciones del Estado que deben producir diálogos para resolver grandes problemas: la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, el Consejo Nacional del Trabajo y Promoción del Empleo, el Acuerdo Nacional. Por otro lado, otros intentos acuerdistas en la sociedad civil son aún incipientes. Ante la urgencia, sería atinado pedirle a la Asociación por el Trabajo que ocupe el espacio vacío y ejerza un mayor liderazgo.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Ricardo Uceda es periodista