El reciente discurso de Nicolás Maduro en la ONU ha traído cola, no solo por su magnánimo pedido de refundar el orden internacional, sino también por la intensa fiebre que sufría el mandatario al tomar el estrado, la cual achacó a una gripe que “le pegó Obama”.
Si bien esta vez las acusaciones chavistas merecen una seria investigación (testigos vieron a Obama estornudar asolapada y sospechosamente con dirección a Maduro en reiteradas oportunidades), el resfrío permitió conocer otro dato muy interesante sobre el presidente venezolano.
Nos referimos a que, según sus palabras, Maduro acostumbra tratar sus gripes solo con “algunas goticas” y “brebajes de papelón con limón” (ahora entendemos mejor por qué habla en ocasiones con pajaricos chiquiticos, pero ese es otro tema). Sabemos de buena fuente que esto nada tiene que ver con una escasez de medicinas en Venezuela, sino con una cuestión de principios: los tylenol, panadol y otras pastillas yanquis capitalistas no convencen a los chavistas recios, quienes expelen sus revolucionarias mucosidades socialistas a punta de mejunjes.
En todo caso, vistos los hechos, la moraleja de la historia parece quedar clara: si antes de hablar en la ONU andas resfriado, procura simplemente quedarte acostado; pues si optas por ingerir una pócima chavista, más que presidente parecerás un humorista.