La semana pasada el Partido Aprista denunció que el gobierno estaría en una sistemática campaña de demolición, buscando minar sus posibilidades electorales para el 2016. Ello a raíz del caso del desaparecido del ex compañero aprista Gerald Oropeza.
La campaña habría empezado con los cuestionamientos a que Oropeza viviese en la mansión del sentenciado José Enrique Crousillat, embargada por el Estado Peruano. Lo que el partido de la estrella no ha sabido explicar es que en realidad este hecho, lejos de ser sospechoso, demuestra lo efectivo que fue su gobierno.
Y es que aparentemente la explicación para este caso es que el señor Oropeza es uno de los miles de beneficiados del programa Techo Propio, logrando adquirir, con su esfuerzo como empresario, la modesta casa materia de controversia. Solo la mezquindad política podría ver en un caso claro de superación personal, con el apoyo de un programa social, algo materia de censura. Lo mismo ocurriría con los carros de lujo adquiridos por el empresario, que no serían más que un ejemplo tangible de los beneficios que han traído al país los tratados de libre comercio con Europa y Estados Unidos firmados por el gobierno pasado.
Vistas así las cosas, Gerald Oropeza podría pasar en poco tiempo de sospechoso a joven símbolo del exitoso gobierno aprista. ¿Volverá por la puerta grande al partido del pueblo?