Este sustantivo masculino resulta de la adaptación fonética del quechua ch’uño, que según el vocabulario de Diego González Holguín (s. XVI) significa “papas passadas con el yelo al sol”. Es muy interesante el hecho de que esta harina haya conservado en más de cuatro siglos, no solo su nombre quechua, sino además su forma de preparación. Es también peculiar que chuño no se haya adaptado morfológicamente al castellano; es decir, que no haya tomado afijos de esta lengua.